Per què és dolenta la moralitat?
1- Cuando un problema o un conflicto se convierte en moral es más difícil resolverlo, llegar a acuerdos o compromisos.
Si yo creo que estoy en posesión de la verdad moral, me veo legitimado -es más, obligado, con el deber- de recortar las acciones de los demás…sus derechos y libertades. Desde el momento en que estoy en posesión de la verdad tengo la superioridad moral y la superioridad moral me autoriza a imponer cosas a los demás. El problema es que diferentes personas o grupos creen estar en posesión de la verdad y con el derecho y la autoridad para imponerse a los demás …
Es letal para la democracia. Se supone que en un régimen democrático existen diferentes visiones de la realidad, todas ellas legítimas, y que votamos o elegimos entre ellas. La democracia implícitamente asume que yo puedo no tener razón y que otras personas tienen visiones o ideas que pueden aportar a la convivencia y la vida social. Pero si moralizamos la política (y no hace falta que diga que eso está ocurriendo en todo el mundo occidental) entonces ya estamos votando entre unas opciones que son las “buenas” moralmente y otras que son “malas” y es evidente, por la regla de la obligatoriedad que explicaba antes, que con las opciones malas no puedo entenderme ni llegar a acuerdos de ninguna manera. La acción política queda bloqueada. Pensar que hay una opción “buena” y otra “mala” es herir de muerte la democracia, es decir, si ya sabemos cuál es la opción buena y la que tiene que gobernar, pues nos sobra la democracia, sólo necesitamos un partido, el de los buenos…La democracia requiere una humildad epistemológica que no es compatible con la superioridad moral que genera la moralización de los asuntos.
Lo mismo ocurre con la ciencia. El código binario de la ciencia, como dice Luhmann, es verdad/error, de lo que se ocupa la ciencia es de ir acercándonos poco poco cada vez más a la verdad, de intentar descubrir la verdad. Si metemos el código binario bueno/malo en la ciencia nos la hemos cargado porque ya estamos anticipando lo que la ciencia puede o no investigar y a qué resultados y conclusiones debe llegar, las que previamente hemos acordado que son las buenas. Y así ya estamos cerrando los temas, estamos diciendo que ya lo sabemos todo y que no hay que seguir investigando. Dice Luhmann: “Los códigos funcionales (se refiere al de la ciencia, por ejemplo, el de verdad/falso) deben operar a un nivel más alto de amoralidad porque deben hacer sus dos valores disponibles para todas las operaciones del sistema”. Es decir, habría que limitar la esfera de aplicación de la moralidad. Pero actualmente estamos haciendo todo lo contrario, estamos metiendo la moralidad hasta en la sopa. La moralidad es una sustancia altamente contagiosa que lo está contaminando todo. Estamos viendo cómo científicos, académicos y filósofos piden que no no se deje hablar a otros científicos y académicos porque son el demonio, el mal, y así la ciencia no puede trabajar.
2- Las sociedades morales tienden al autoritarismo, la jerarquía, el elitismo y la desigualdad.
Decíamos que la moralidad es una tecnología para la cooperación y coordinación de los grupos humanos. Pero filósofos como Ian Hinckfuss hacen hincapié en que, históricamente, hemos visto cómo la moralidad se ha utilizado para reforzar el poder de las élites y justificar el orden establecido. Las connotaciones morales de conceptos como lealtad o patriotismo se han utilizado para condenar como traidores/criminales a los reformadores y críticos. Los que han dicho qué es lo bueno y qué es lo malo han sido los que mandan y ese poder terrenal ha sido apoyado, por ejemplo en otros tiempos, por los valores morales aportados por el poder divino (la Iglesia). Lo bueno ha sido muchas veces lo que hacen las clases altas y lo malo lo que hacen las clases bajas. Igual es exagerado decir que la moralidad es la causa de estas desigualdades pero sí tiene un punto probablemente Hinckfuss en que la moralidad se ha usado para justificar el statu quo y mantener las estructuras jerárquicas. Como hemos dicho, la gente desea desesperadamente hacer lo que está bien y se siente mal si no lo hace. Por lo tanto, el que determina qué es lo bueno y qué es lo malo tiene un poder enorme, el poder de marcar el discurso y el rumbo de la sociedad en su conjunto.
3- La moralidad promueve las guerras y los genocidios.
Hemos hablado otras veces de que la mayoría de la violencia en el mundo es una violencia moralista, Violencia Virtuosa, es la violencia de la gente que cree que está haciendo el bien y en base a ello mata o comete genocidios. No es la única causa pero la moral colabora a que la gente normal se convierta en genocida. Decía Steven Weinberg: “La religión es un insulto a la dignidad humana. Con o sin religión siempre habrá buena gente haciendo cosas buenas y mala gente haciendo cosas malas. Pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta la religión”. Creo que Weinberg se equivoca en parte porque se centra en la religión pero el problema es más amplio, ideologías laicas como el comunismo han cometido terribles barbaridades también. El problema es la moral, la fe en nuestra superioridad, creerse en posesión de la verdad y por tanto legitimado para acabar con el mal encarnado en los otros, en esos adversarios diabólicos que son un obstáculo para conseguir el mundo feliz y la utopía que buscamos.
Bien, hasta aquí algunos argumentos en defensa de la postura de que la moralidad es un peligro, de que por un lado es necesaria pero que por otro nos acerca al abismo. Suponiendo que os hayan convencido, la pregunta ahora sería: ¿Y deberíamos abolir la moralidad? ¿viviríamos mejor en un mundo sin moralidad? De eso hablaremos otro día, pero mientras tanto una sugerencia: tened cuidado ahí fuera con la moralidad, especialmente con la creencia de ser superior moralmente.
Pablo Malo, Los peligros de la Moralidad, Evolución y Neurociencias 20/10/2019
https://evolucionyneurociencias.blogspot.com/2019/10/los-peligros-de-la-moralidad.html?fbclid=IwAR3CVIbOvGC7yxxrmC4RDlUp26OVxMg968DurZChi0Via21LS6TUNWwbiI0
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