L'autèntic món de l'home és el món artificial.


Sostengo que no hay nada más humano que una máquina, cuando todo el mundo tiende a pensar en las máquinas como lo opuesto a lo humano. Los robots son artificiales, fríos, desalmados, incapaces de sentir y de actuar moralmente… ¡Son lo inhumano por excelencia! Pues no, esa es una visión romántica y contrailustrada, que nada tiene que ver con la realidad. El ser humano, siguiendo la filosofía de Ortega y Gasset, se caracteriza por su capacidad de ensimismamiento, es decir, por su capacidad de dejar de hacer lo que está haciendo, para adentrarse en su mundo subjetivo. Eso le ha permitido imaginar realidades diferentes a la real, planificar alternativas, diseñar herramientas, contar historias… Lo propio del hombre es estar fuera del mundo para volver al mundo y modificarlo, es decir, para realizar en él tareas técnicas. El auténtico mundo del hombre no es el natural sino el artificial, y huir de eso apelando a una roussoniana vuelta a la naturaleza no sería más que una ridícula vuelta a las cavernas. Muchos movimientos ecologistas terminan por negar completamente al hombre al afirmarse en posturas tecnófobas que, yo creo, nadie se cree del todo. Las máquinas son nuestra mejor apuesta en el mundo, y si hay máquinas que se han usado mal, la solución no es, desde luego, renunciar a ellas, sino corregir, enmendar, reparar… pero de nuevo usando máquinas. Me gusta mucho la famosa cita de Asimov que dice: “No me dan miedo los ordenadores. Lo que temo es la falta de ellos”.

Santiago Sánchez-Migallón (entrevista), De humanos y máquinas, La nueva Ilustración evolucionista 19/09/2020

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