La realitat del metavers.







Si en la mayoría de las frases en las que leemos la palabra “metaverso” la sustituyéramos por la palabra “internet”, la frase seguiría significando lo mismo. Realmente, el metaverso no es más que la siguiente fase de internet. Matthew Ball, experto en esta cuestión y una de las personas del mundo que más han escrito sobre ella, lo describe como “una especie de estado sucesor del internet móvil”. Es decir, no es otra cosa que una visión amplia del internet futuro que borrará aún más los límites entre el mundo físico y el mundo virtual. Un internet 3.0, pero con un nombre más atractivo. Un lugar paralelo al mundo físico en el que pasar tu vida digital y en el que los seres humanos nos juntaremos para trabajar, jugar, comprar y socializar; es decir, para hacer todas esas cosas que ya hacemos en el mundo físico.

Un usuario del metaverso podrá diseñar un avatar, un trasunto de sí mismo, como si fuera el personaje de un videojuego. Con él, cualquier persona podrá unirse a una sala de reuniones, ir a un concierto o acudir a una consulta médica. Al menos, esa es la idea. Es como ocurría en los Sims. Esos personajes que se creaban y a los que se hacía vivir en un mundo paralelo de un juego. En el metaverso no se crea el personaje, el Sim es la propia persona.


Un punto clave para que el metaverso desarrolle todo su potencial es la opción de pasar de una pantalla a estar dentro de la pantalla. Cuando en 2014 Mark Zuckerberg compró Oculus, la firma que fabricaba gafas de realidad virtual, ya nos estaba dando una pista. La experiencia de vivir en el nuevo mundo virtual no será completa hasta que nos veamos dentro de él, hasta que sea un internet 3D. Por ahora, la única forma para acceder a esas primeras salas de reuniones con nuestros avatares y sentirnos dentro es con unas gafas como las Oculus.

El problema hoy en relación con las gafas Oculus no es otro que el acceso a ellas…, o, dicho de otro modo, su precio. Aunque ha bajado en los últimos años, siguen estando en torno a los 400 euros. Y, por otro lado, son grandes, pesadas, aparatosas. Nada que no se pueda solucionar con un poco más de tecnología…


Margaryta Yakovenko, De distopía a realidad: cinco claves para entender el metaverso, El País 06/06/2022

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