Silicon Valley i determinisme tecnològic.





Es reseñable: el movimiento hacia el futuro que propone Silicon Valley y sus tecnogurús no está dirigido por ninguna idea moral, por ninguna utopía social, sino que más bien trata de dejar libres las fuerzas de la empresa y la tecnología, fuera de todo control, con la esperanza de que nos lleven a un nuevo estadio de la Humanidad, un lugar mejor, al menos para los accionistas de las grandes empresas del ramo. Es una forma de determinismo tecnológico, es decir, la creencia de que el desarrollo de la tecnología es el motor del progreso y que, además, no hay forma de evitar ese desarrollo, como si fuera un Destino inapelable. La tecnología es ya la que marca nuestro camino, y nosotros, pobres humanos a base de carbono, solo podemos sentarnos a esperar a que llegue el lugar al que la tecnología nos lleva. Es más, quizás algún día la tecnología nos deje en la cuneta y nos supere en forma de una posthumanidad cíborg o de una todopoderosa inteligencia artificial.

La cosa ha derivado en un paraíso de tecnoutopismo (la creencia de que todos los problemas del mundo se resolverán tecnológicamente y que la tecnología cambiará para siempre la naturaleza del ser humano) y de política libertaria (o libertariana), no en el sentido de los anarquistas como Buenaventura Durruti, sino en el del anarcocapitalismo que quiere, básicamente, deshacerse del Estado para no pagar impuestos. Curiosamente, aunque Silicon Valley esté unido en el imaginario popular a la iniciativa privada y al emprendimiento, su existencia está fuertemente imbricada a la financiación pública, como ha señalado la economista Mariana Mazzucato. “El Estado ha intervenido en prácticamente todos los aspectos relacionados con Silicon Valley”, ha explicado alguna vez.


Uno de los fenómenos más característicos del valle, y que describe y metaforiza la totalidad del capitalismo contemporáneo, es su enorme capacidad para atraer riqueza unida a su enorme incapacidad para redistribuirla. En Silicon Valley y la cercana San Francisco los precios de la vida son altísimos, fruto de violentos procesos de gentrificación, particularmente el de la vivienda, de modo que se ensaya allí una sociedad a dos velocidades que probablemente se acabará instaurando en muchos otros lugares (ya se empieza a ver en el centro de las grandes ciudades españolas). Al tiempo que crecen las enormes fortunas que emergen del bit y del chip, crece también una gran masa de personas sin hogar y sin futuro, desechos del sistema, población superflua, que forman verdaderos campamentos apocalípticos por las calles, como si volviese la caza-recolección. A nadie parece importarle allí donde el último objetivo es la competición y una improbable llegada del éxito. Tengo que ir algún día, aunque ya lo he explorado en el videojuego Watch Dogs.

Sergio C. Fanjul, Silicon Valley, productor de chips, ideología e injusticia, Retina. El País 
https://retinatendencias.com/civilizacion-perdida/silicon-valley-productor-de-chips-ideologia-e-injusticia/?ssm=FB_CC&fbclid=IwAR23N8QBTQgXX7JIcTERa5Hkp07JhlPQqhuyxVDAoGaqYt1XcY0zsntRwEQ

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