Acceleració i democràcia.




La aceleración de nuestro entorno relacional y cognitivo, así como la conectividad como elemento central en la construcción de valor (para las personas, las organizaciones y las ideas), provoca algunas disfunciones en la política democrática. Estas podrían ser las más significativas:
1. Importante / Urgente
La acción política orientada a las audiencias, permanentemente, conlleva una política de la contingencia que altera el carácter estratégico de la política. Reducir lo importante a lo urgente alimenta el tacticismo pueril que desvanece lo relevante, sustituyéndolo por lo inmediato.
2. Conocimiento / Atención
La agitación acelerada exige competir por la atención de los electores. Esta pugna constante por la atención jerarquiza la propuesta y el contenido político a la hegemonía del efectismo superficial en toda la cadena relacional. La lucha por la atención destroza la política basada en argumentos y conocimientos.
3. Reflexión / Acción
Como consecuencia de la urgencia y de la atención extremas, la respuesta como objetivo único acaba devorando las preguntas necesarias, la acción desplaza a la reflexión imprescindible. La política queda sometida a una frenética actividad que la aleja del carácter reflexivo que toda decisión merece, y más cuando se trata del interés general.
Tomando prestadas las palabras del filósofo Daniel Innerarity, «a medida que crece la aceleración de la historia, el análisis objetivo de las situaciones tiende a ser sustituido por la futurología. La imaginación ocupa una buena parte del espacio que era propio de la observación».
Antoni Gutiérrez-Rubí, El tiempo de la turbopolítica, elperiodico-digital.com 05/05/2019

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