Metafísica i ciència.
¿Por qué y para qué surgió el saber, posteriormente denominado "metafísica"? Fue un esfuerzo intelectual para orientarse en el mundo, para saber estar en la realidad. Algunos hombres sintieron la necesidad de interpretar sus experiencias, ordenarlas, de dar razón de lo que pasaba. De lo contrario se hubieran visto sumidos en un caos carente de sentido. A los efectos de ordenar y unificar los fenómenos dados en la experiencia, se pusieron en funcionamiento todas sus capacidades sensible e intelectuales, por ver si podía alcanzar algún saber conducente a la sabiduría y la felicidad. Saber de lo verdadero y de lo bueno, para ser auténticamente lo que se es, lo que se debe ser, lo que se puede ser, y disfrutar en lo posible de tal modo de ser.
Este impulso por saber, el anhelo por la felicidad, la esperanza de eternidad, la necesidad de normatividad para la acción, son ingredientes de la pretensión e interés metafísicos, que se plasman en los saberes de formación y de salvación, aquellos que intentan "formar" al hombre en su autenticidad, de ahí que presupongan su autocompresión integral, y "salvar" (ajustar, justificar) los fenómenos (las experiencias) y las acciones. (15)
"No hay modo de evitar la metafísica" -dirá Bunge (Filosofía de la física, Barcelona 1978)- porque en el fondo de las ciencias laten las exigencias cognoscitivas por las que surge la metafísica: la pretensión de conocer la realidad, explicarla, dar razón de la experiencia y de la existencia, así como de dar sentido totalizador. Estas dimensiones metafísicas del pensamiento son un impulso constante, operante también en el interés por la ciencia. (39)
Jesús Conill, El crepúsculo de la metafísica, Editorial Anthropos Barcelona 1988
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