Superobjecte.
Si nos preguntamos qué podría ser el todo, vamos
primero todo lo lejos que podamos para ver el universo, el mundo, la realidad,
desde arriba o desde fuera, por decirlo así. Muchos filósofos han imaginado esa
perspectiva lejana como el “punto de vista de Dios”, con lo que la religión ya
entra en juego; pero esa manera de contemplar su creación parece estar
reservada para Dios. Evidentemente, se trata solo de una ilusión. Los términos
totales como “el universo”, “el mundo” o “la realidad” no se refieren a un
objeto, solo nos hacen creer en algo que no existe. Es un poco como los números
naturales: supongamos que comenzamos a buscar el mayor número natural; en esa
búsqueda nos damos cuenta en algún momento de que no puede haber un número
natural máximo, porque siempre podemos aumentarlo sin más que sumarle 1. Con la
noción metafísica de totalidad pasa algo similar: siempre que suponemos haber
alcanzado la mayor totalidad posible, queda todavía por delante un campo de
sentido más amplio. (149-150)
Miramos la realidad desde el exterior, por así
decirlo, y nos preguntamos cómo está diseñada. Desde esa extraña distancia les
parece a muchos como si el mundo estuviera efectivamente ahí fuera y nosotros
estuviéramos sentados en una especie de sala de cine contemplando la realidad.
De ahí viene entonces el concepto de “mundo exterior”. Pero en realidad estamos
en su interior, solo que a menudo no tenemos ni idea de ese interior en el que
estamos, de qué trata todo eso o en qué película hemos aterrizado. (101)
No se puede reflexionar sobre el mundo. (…) Cada
pensamiento sobre el mundo es un pensamiento en el mundo. No podemos
reflexionar sobre el mundo desde arriba, luego no podemos, literalmente,
reflexionar sobre el mundo. Los pensamientos sobre el mundo “en su totalidad”
no son capaces de verdad, no tienen un objeto al que referirse. (88)
… si conocemos algo acerca de un objeto, conocemos
algunas de sus propiedades. Estas características hacen que el objeto destaque
entre otros (es decir “exista”). (63)
“Existir” (existere
en latín) significa “erguirse, alzarse hacia afuera”. Lo que existe, se alza
para mostrarse, se distingue de otros objetos mediante sus propiedades. (64)
Un objeto que tuviera todos los atributos posibles
–llamémosle Superobjeto- no puede existir o destacar entre oa multitud de los
demás objetos. (…) Los objetos se pueden describir mediante un conjunto finito
y limitado de propiedades. Nuestro perro tiene cuatro patas, un pelaje
marrón-blanco-gris y cierto tamaño; pero no es Batman. Algo que no se distingue
en nada de todo lo demás y que solo es idéntico a sí mismo, no puede existir.
Ya no sobresale, no destaca. (64)
SUPEROBJETO: Objeto que posee todas las
propiedades posibles. (222)
Markus Gabriel, Por qué el mundo no existe, Ediciones Pasado y Presente, Barcelona, cuarta edición julio 2016
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