Supongamos que un rayo cae sobre un árbol muerto en un pantano; yo estoy parado cerca. Mi cuerpo queda reducido a sus elementos, mientras que por pura coincidencia (y a partir de diferentes moléculas) el árbol se convierte en mi réplica física, Mi réplica, el Hombre del Pantano, se mueve exactamente como yo; de acuerdo con su naturaleza, sale del pantano, encuentra y parece reconocer a mis amigos, y parece devolverles el saludo en inglés. Se muda a mi casa y parece escribir artículos sobre interpretación radical. Nadie nota la diferencia. Pero hay una diferencia. Mi réplica no puede reconocer a mis amigos; no puede reconocer nada, ya que, para empezar, nunca conoció nada. No puede conocer los nombres de mis amigos (aunque, por supuesto, parece que sí), no puede recordar mi casa. No puede querer decir lo mismo que yo con la palabra «casa», por ejemplo, ya que el sonido «casa» que profiere no fu aprendido en un contexto que le diera el significado, o ninguno en absoluto. De hecho, no v