El mecanicisme cartesià.

En la época de Descartes, la mecánica era la frontera más avanzada de la tecnología humana. Utilizando la fuerza del agua o del viento y distintos tipos de elementos como muelles o engranajes, las máquinas podían por primera vez en la historia, medir el tiempo, procesar alimentos, extraer agua de un pozo o trabajar con rapidez y potencia los metales o el cuero. 
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Un producto especialmente llamativo era los autómatas, muñecos mecánicos capaces de moverse, saludar, adoptar distintas poses e incluso “cantar” o “hablar”. De alguna manera. el propio hombre construía seres a su imagen y semejanza. Al igual que hoy puede pasar con los ordenadores, que utilizamos como modelos para intentar explicar cómo funciona el cerebro o incluso todo un organismo, los hombres de la época de Descartes utilizaron estas máquinas, la tecnología disponible más sofisticada, para explicar el universo y los propios seres vivos. Así los astrónomos utilizan los relojes para explicar el movimiento de los planetas y construyen pequeños modelos del movimiento de los componentes del sistema solar basados en mecanismos de relojería. Del mismo modo, los estudiosos de la Biología, intentan entender los seres vivos como máquinas creadas por Dios. Galileo había comparado los huesos y articulaciones del cuerpo a un sistema de poleas y William Harvey había aclarado la circulación sanguínea explicando el corazón como un sistema de bombeo y las arterias, capilares y venas como las tuberías por las que discurre la sangre. Descartes se propuso hacer algo similar para el cerebro humano.

Descartes tenía interés por la Biología y la Medicina, en particular por la anatomía y la fisiología y al poco de llegar a Holanda comienza a ir a los mataderos para obtener cabezas de animales y órganos para su disección. Es posible que también realizara algunos experimentos en animales vivos. Sus estudios empezaban por la tarde -¡tenía que salir de la cama para hacer una disección!- y se alargaban hasta bien entrada la noche. En cierta ocasión, una visita pidió ver su biblioteca y él, supuestamente, señalo a los restos de una oveja que había diseccionado y respondió “Ésos son mis libros”.

Descartes propuso una explicación del sistema nervioso que rompía con las concepciones anteriores. 
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Usó la teoría sobre el movimiento de los fluidos hidráulicos para explicar la función del cerebro y el comportamiento de los animales pero esa explicación mecanicista de los procesos biológicos generó un enorme debate. Sin embargo, él consideraba que los mecanismos cerebrales controlaban el comportamiento humano tan solo en la medida que era similar al de las bestias pero esta explicación no podría recoger algunas de las características del hombre como la inteligencia y el alma, que eran dadas directamente por Dios. Las capacidades exclusivas del hombre residían fuera del cerebro, en la “mente” un concepto muy solapado con el de “alma”. Descartes era un dualista que creía que la mente y el cuerpo eran entidades separadas.

La importancia de Descartes en nuestro conocimiento del cerebro es que él argumenta que la única diferencia entre las máquinas y los animales es la complejidad de los mecanismos. Entre el hombre y los animales, la diferencia está en la posesión de un alma, una entidad a la que Descartes liga no solo la inteligencia sino también las emociones y la memoria. De esta manera, la gran mayoría de los comportamientos humanos, exceptuando aquellos en los que participa el alma, tienen analogías en las actividades de los animales y pueden por lo tanto ser estudiados a través de la investigación de la anatomía, la fisiología y el comportamiento de los demás seres vivos. 
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En segundo lugar, como el comportamiento de un animal es fundamentalmente mecánico, puede ser entendido igual que entendemos cómo funciona un autómata y las causas y procesos de estos comportamientos deben ser racionales y sujetas a leyes naturales.  En tercer lugar, como poseedores de mente, los humanos son únicos, son los únicos seres que pueden pensar, que tienen un lenguaje y los únicos que saben que existen. En la que puede ser la frase más famosa de la Filosofía occidental en su Discurso del Método, Descartes lo expresa como “Cogito, ergo sum”, “Pienso, luego existo”. Los animales al contrario que nosotros no tienen pensamiento abstracto, no experimentan estados emocionales reales como amor o remordimiento y son incapaces de pensar o responder voluntariamente. Para Descartes, los animales son máquinas, de una complejidad que supera nuestra imaginación pero máquinas estímulo-respuesta donde todos los procesos son involuntarios.

En 1644 publica en Amsterdam, sus Principia Philosophiae una síntesis del Discurso y las Meditaciones. En 1649 publica su “Les Passions de l’Ame” (Las pasiones del alma) donde clasifica la vida emocional en seis estados básicos: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza. Todas las demás son variantes o “especies” de estas seis emociones básicas que se explicaban por los movimientos de los espíritus en el cerebro, la sangre y los órganos vitales. 

Descartes entonces se plantea cómo el cuerpo y la mente-alma se relacionan entre sí, cómo algo material —el cuerpo— interactúa con algo inmaterial —la mente-alma. Descartes vivió bajo los reinados de Luis XIII y Luis XIV, dos monarcas absolutos que controlaban completamente sus territorios. Descartes creía en el derecho divino de la monarquía y en la necesidad de una autoridad central. 
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Por lo tanto —pensó— el alma debe tener un auténtico centro de control en el cerebro, uno que controle los movimientos de los espíritus animales a través del sistema nervioso y para ello propone que mente y cuerpo se comunican en un punto, la glándula pineal. Esta pequeña glándula sería la encargada de la producción de los espíritus animales que son los que llevarían información de una parte del cuerpo a otra. Descartes escribe así:

Parece que he determinado con claridad que la parte del cuerpo en la que el alma ejerce inmediatamente sus funciones es … una glándula extremadamente pequeña, situada en el medio de la sustancia [del cerebro] y así suspendida sobre el conducto por el cual los espíritus de sus cavidades anteriores se comunican con aquellos en la posterior, de manera que el más ligero movimiento puede alterar en gran manera el curso de estos espíritus y del mismo modo, el curso de estos espíritus puede alterar en gran manera el movimiento de la glándula.

Actualmente sabemos que la pineal está inervada por el sistema nervioso simpático y que puede funcionar como fotorreceptor en los animales con reproducción estacional como anfibios, reptiles y aves. Con poca luz, en los meses de invierno, produce más melatonina, lo que inhibe la reproducción. Se piensa que el principal motivo por el que Descartes eligió la glándula pineal es por ser una estructura única mientras que la mayoría de las estructuras cerebrales son dobles, con una disposición simétrica. 
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También influyó que se encontrase rodeada por fluido cerebroespinal y cerca de los ventrículos que se consideraban el depósito de los espíritus animales. Descartes pensaba que los finos capilares de la pineal filtrarían las partículas más diminutas desde la sangre y las convertirían en espíritus animales al liberarse en los ventrículos. También pensaba que los nervios procedentes de los órganos sensoriales contenían unos filamentos finos dentro de sus largos canales y que cuando se tirase de ellos abrirían válvulas en las paredes de los ventrículos permitiendo a los espíritus animales entrar en los nervios y desde allí fluir hasta los distintos músculos y órganos. Además, la pineal podía oscilar —creía—dirigiendo los espíritus animales hacia aperturas específicas en las paredes de los ventrículos, como los cambios mediante válvulas en los fluidos que discurrían las tuberías con las que se movían los autómatas. En realidad, todo su sistema de funcionamiento del cerebro se basaba en las observaciones de las fuentes animadas de los jardines de Su Majestad

…Del mismo modo puedes haber observado en las grutas y fuentes de los jardines de nuestros reyes que la fuerza que hacer surgir al agua de su fuente es capaz de mover diversas máquinas e incluso hacerles tocar ciertos instrumentos o pronunciar algunas palabras de acuerdo a las varias disposiciones de las tuberías por las que el agua es conducida. 

Y ciertamente uno puede bien comparar los nervios de la máquina que yo estoy describiendo con los tubos de los mecanismos de estas fuentes, sus músculos y tendones a los engranajes y muelles que sirven para mover estos mecanismos, sus espíritus animales al agua que los impulsa, de los cuales el corazón es la fuente y las cavidades cerebrales el depósito de agua.

Con esa explicación, era fácil deducir cómo funcionan procesos cerebrales como dormir o despertar. Descartes postula que el sueño ocurre cuando el cerebro se vacía de espíritus, como un autómata que de repente se derrumbara al perder la presión en sus conductos. Por el contrario, cuando un montón de espíritus entran en el cerebro, se expande, los nervios se hinchan y despertamos, creándose una mayor sensibilidad a los estímulos externos. De ese modelo se deduce que las características básicas de la vida animal —comer, respirar, andar, reproducirse, responder a estímulos— pueden verse como acciones mecánicas que responden a las leyes de la física, uno de los objetivos iniciales del filósofo francés.

Cuando el alma desea recordar algo, este deseo causa que la glándula [pineal], inclinándose sucesivamente hacia lados diferentes, empuje los espíritus hacia diferentes partes del cerebro, hasta que encuentran esa zona donde se encuentran los rastros dejado por el objeto que deseamos recordar, pero estos rastros no son otros que el hecho de que los poros del cerebro, a través de los cuales han anteriormente seguido su curso los espíritus debido a la presencia de este objeto, han por este motivo adquirido una mayor facilidad que los otros en ser una vez más abiertos por los espíritus animales que vienen hacia ellos de la misma manera.

A pesar de que la función de la glándula pineal nada tenga que ver con la imaginada por Descartes, él fue quien hizo la transición del conocimiento de los seres vivos como una parte de la filosofía medieval, a cuyo conocimiento se llegaba desde el pensamiento racional a una nueva dirección, el conocimiento basado en los hechos. la observación y la experimentación. Descartes abrió puertas a la ciencia moderna y su influencia fue clave en la expansión científica que tuvo lugar durante la Ilustración. Mediante el uso de las matemáticas y su interpretación mecanicista del comportamiento, introdujo alguna de las herramientas más poderosas de toda la investigación moderna: la cuantificación y el modelo hipotético, plantear hipótesis y someterlas a prueba para ver si resisten los datos que la propia naturaleza devuelve.

José R. Alonso, Descartes y el dualismo cuerpo-mente, Neurociencia. Blog de José Ramón Alonso, 18/03/2014

https://jralonso.es/2014/03/18/descartes-y-el-dualismo-cuerpo-mente/?fbclid=IwAR0JcF48wPXW8vr33Rq009srP5zcCV-Dr6fwo43-cPG1L5VNE71PAjf6zEM

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