La disonancia cognitiva (concepto acuñado por el psicólogo social Leon Festinger en 1950) nos permite comprender lo inexplicable de algunos de nuestros comportamientos. Por ejemplo, en política, cuando las personas sienten una fuerte conexión emocional con un partido político, líder, ideología o creencia, es más probable que dejen que esa lealtad piense por ellas. Hasta el extremo de que pueda ignorar o distorsionar cualquier evidencia real que desafíe o cuestione esas lealtades. Es decir, justificamos nuestras decisiones –que se convierten en prejuicios–, aunque existan datos que confirmen el error de nuestras convicciones.
La disonancia cognitiva impide razonar sobre la realidad, evaluar nuestras ideas y corregir, consecuentemente, nuestros comportamientos. La teoría de Festinger explica cómo las personas se esfuerzan por dar sentido a ideas contradictorias y llevar vidas coherentes en sus mentes, aunque la realidad demuestre que están equivocadas.
Antoni Gutiérrez-Rubí, Política y disonancia cognitiva, La Vanguardia 23/07/2020
https://www.lavanguardia.com/opinion/20200723/482472474749/politica-disonancia-cognitiva.html?fbclid=IwAR18LtL9TpaHVs8JhvWTAfuyybuPwUje4hahBeEuZkB-Fc-N_whtSiAPgAE
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