Talent o treball.





Para ilustrar con un ejemplo concreto sobre la correlación entre horas de trabajo y talento voy a traducir una parte de una entrada de  Scott Alexander (psiquiatra) del blog Slate Star Codex, titulada la Parábola de los Talentos, donde cuenta su propio caso y el de su hermano. Va a ser largo pero creo que no tiene desperdicio y que está contado con gran humor e inteligencia:

“Cuando yo tenía 6 años y mi hermano 4, mi madre decidió que como Madre Judía Supereficaz estaba contractualmente obligada a hacer que aprendiéramos piano. Me enroló en un curso introductorio de piano de Yamaha y a mi hermano menor en una clase “donde monos niños pequeños golpean teclados”. Un poco después me di cuenta de que mi hermano estaba conmigo en la clase de piano. Y un poco más tarde percibí que mi hermano era ya el mejor estudiante de mi curso introductorio de piano, aunque acababa de empezar y era dos o tres años más joven que todos los que estábamos allí. Un poco después Yamaha USA le llevó a Japón para presumir delante de los jefes de la empresa. Bueno, una cosa llevó a la otra y si ahora tecleas el nombre de mi hermano en Google encuentras artículos como estos:

La evidencia de que Jeremy Alexander se encuentra entre los mejores pianistas de jazz de su generación se está convirtiendo en abrumadora: con 16 años, Alexander es el ganador del Nottingham International Jazz Piano Competition y segundo finalista del Montreux Jazz Festival Solo Piano Competition, dos veces finalista del American Pianist Association´s Cole Porte Fellowship, y dos veces veces segundo finalista de la Phillips Jazz Competition. Alexander, que ha sido recientemente nombrado profesor de piano de la Western Minichigan University´s School of Music hizo su debut con todas las localidades vendidas en el Carnegie Hall en 2012 interpretando los Etudes de Debussy en la primaria mitad del concierto e improvisaciones de jazz en la segunda.


Mientras tanto, yo fui siempre un estudiante mediocre en Yamaha. Cuando llegó el tiempo de escoger un instrumento en la escuela  elemental elegí el violín  para ver si podía ser más de mi gusto que el piano. Fui rápidamente clasificado en la clase correctiva porque no pude hacer que mi instrumento dejara de sonar como un gato herido. Tras aproximadamente un año decidí cambiar para cumplir mis requerimientos musicales a un coro, y todos los que me habían estado escuchando respiraron aliviados.

De vez en cuando me pregunto si en algún interior de mi interior existe el potencial para estar “entre los mejores músicos de mi generación”. Intento recordar si mi hermano practicaba más duro que yo. Mis recuerdos son borrosos pero no creo que él practicara mucho más duro que yo hasta después de que su carrera de niño prodigio hubiera despegado. El ciclo parecía ser que cada vez que practicaba las cosas surgían fluidamente para él y producía bella música y todo el mundo se asombraba. Y esto tiene que haber hecho que se sintiera bien y que le incentivara a practicar más, lo que le hace incluso mejor, por lo que bella música surgía más fluidamente , las alabanzas eran más efusivas hasta que acabó escogiendo una carrera en la música y se convirtió en un prodigio. Por contra, cuando yo practicaba siempre sonaba como gatos heridos y yo recibía alabanzas muy cautas como: “buen trabajo, Scott, ha sonado como que el gato estaba menos herido de lo habitual”, lo cual me frustraba y yo quería practicar menos, lo que me hacía cada vez peor, hasta que lo dejé asqueado.

Por el contrario, conozco gente que sería ser buena escribiendo y tomaron la grandísima resolución de escribir doscientas palabras al día todos los días pero al cabo de una semana lo encontraron muy aburrido y lo dejaron. Esta gente cree que soy asombroso y entonces se preguntan  por qué no lo son ellos. Yo he escrito entre unos cientos y unos miles de palabras al día durante los diez últimos años.

Pero, como he dicho antes, esto me ha costado exactamente cero fuerza de voluntad. Es más que no puedo parar de hacerlo aunque quisiera. Parte de ello es probablemente que cuando escribo, me siento bien acerca de haber expresado exactamente lo que quería decir. Mucha gente lo lee, comentan, me alaban, me siento bien y me anima a seguir escribiendo, y es exactamente el mismo círculo virtuoso que mi hermano obtenía de la práctica del piano.

Y pienso que sería demasiado fácil decir  algo como: “No hay ningún componente innato en absoluto. Tu hermano practicó piano duramente pero casi nunca escribe. Tú escribes todo el rato pero dejaste de practicar el piano. Por lo tanto, ¿qué esperas? Ambos obtuvisteis lo que merecíais”. 

Yo traté de practicar piano tan duro como él. Realmente lo intenté. Pero cada momento era una lucha. La podía mantener por un tiempo y entonces nos íbamos de vacaciones y no había un piano disponible y yo sentía un alivio de tener una excusa y mi hermano buscaba un piano donde poder practicar. Mientras tanto, estoy escribiendo esta entrada en descansos entre carreras por los pasillos del hospital respondiendo a emergencias psiquiátricas y probablemente habrá alguien muy sorprendido por ello, alguien que diga “¡pero si tienes una excusa para dejar tu práctica de escribir!”

No sé pero no me veo a mí mismo como trabajando duro en ninguna de las cosas en las que soy bueno, en el sentido de “ejercer una gran fuerza de voluntad para forzarme a mí mismo con gritos y patadas a hacerlo”. Es posible que haga un trabajo duro y que un observador externo me acuse de no mencionar lo duro que trabajo, pero no es un olvido consciente y yo me siento así por dentro.

Ramanujan trabajó muy duro en matemáticas. Pero no creo que lo viera como trabajo. Obtuvo una beca para una universidad local pero abandonó inmediatamente porque no podía conseguir estudiar ninguna otra cosa que no fuera matemáticas. Entonces consiguió ser aceptado en otra universidad y también abandonó porque le hacían estudiar cosas que no eran matemáticas y suspendió una clase de fisiología. Casi se muere de hambre porque no tenía dinero  ni beca. A mí esto no me suena a una persona que es realmente muy trabajadora; Si hubiera tenido la capacidad de estudiar otros temas lo habría hecho, aunque no fuera por otra razón que esto le habría permitido seguir en la universidad y estudiar matemáticas. Me parece que en cierto sentido Ramanujan era incapaz de poner un gran esfuerzo en temas que no fueran las matemáticas

Yo quería aprender matemáticas y fracasé pero me gradué con honores de la escuela de medicina. Ramanujan quería aprender fisiología pero fracasó pero se convirtió en uno de los grandes matemáticos de la historia. ¿quién de nosotros trabajó duro?(…)

(…)Creo que hay algo aquí donde la solución de que yo sea malo en matemáticas y piano no es “suda sangre y empuja frente a la aversión de tu cerebro a estas materias hasta que lo consigas”. Cuando leo biografías de Ramanujan y otros famosos matemáticas no tengo la sensación de que ellos tuvieron que hacer eso con las matemáticas. Cuando hablo con mi hermano, no tengo la sensación de que él tuviera que hacer eso con el piano. Y si soy lo bastante bueno escribiendo como por estar cualificado de opinar sobre ser bueno o malo en las cosas, entonces no creo que yo mismo haya pasado por ese proceso.

Pablo Malo, La parábola de los talentos, Evolución y Neurociencias 21/12/2016

Comentaris

Unknown ha dit…
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