Comprendre les il·lusions òptiques.
Las ilusiones visuales son viejas conocidas en la historia del arte y, más recientemente, de las redes sociales. Sean juegos de perspectiva de Escher o memes que dudan del color de cierto vestido, pueden definirse como "ver aquello que no está, o no ver aquello que está".
Para comprender las ilusiones sensoriales debemos distinguir entre sensación y percepción. La primera es el efecto que el mundo real tiene sobre nuestros sentidos, mientras que la segunda es lo que nuestro cerebro procesa sobre esa sensación.
Sigamos el viaje que hace la información del mundo real hacia el interior de nuestro cerebro.
En el caso de la información visual, esta tiene la forma de energía lumínica –fotones–. Sin embargo, nuestro cerebro codifica la información en forma de energía eléctrica, ya que las neuronas se comunican a través de una corriente que se genera por diferencias de concentración de iones (sodio y potasio).
El primer paso consiste en cambiar una modalidad de energía a otra –de lumínica a eléctrica–, lo que ocurre en unas células de la retina que tapiza el fondo del ojo: los fotorreceptores. Allí, la proteína retinal –un derivado de la vitamina A– cambia su forma cuando incide la luz sobre ella.
Así se inician una serie de cambios que culminan en la apertura de canales de iones en la membrana de los fotorreceptores y el inicio de la transmisión del impulso eléctrico. Los fotorreceptores se comunican con otras neuronas de la retina que empaquetan sus axones en el nervio óptico, que sale de la cavidad ocular y entra en el cráneo.
La última etapa es la corteza visual, que se encuentra en la región posterior del cráneo. Es aquí donde se produce la percepción de la visión.
Dicho de otro modo, si estimulamos la corteza occipital, nuestro cerebro interpretará que estamos viendo cosas.
Este es el mecanismo en el que se basan las prótesis visuales que se están desarrollando: una cámara capta las imágenes enfrente del paciente y las transforma en información eléctrica que llega a unos electrodos implantados en la corteza visual. Estos estimulan a las neuronas de la corteza y hacen que el paciente perciba que ve la imagen captada por la cámara.
A partir de este circuito es fácil entender la diferencia entre sensación (la información lumínica que llega a nuestra retina) y percepción (la activación de la corteza visual). Pero el circuito es aún más complejo y está influido por otros sentidos y por la atención que prestemos.
En realidad no podemos conocer el mundo real más que a través del filtrado que hace nuestro cerebro.
Amanda Sierra, Ilusiones visuales: ¿por qué nos engaña nuestro cerebro?, el diario.es 11/12/2019
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