Espai buit.
El tiempo es eso de lo
que hablamos al preguntar “¿cuándo?”; el espacio es eso de lo que hablamos al
preguntar “¿dónde”?
Aristóteles fue el
primero en exponer con atención y profundidad qué significa “espacio” o
“lugar”, y en dar una definición precisa: el lugar de una cosa es lo que está
en torno a ella.
Como en el caso del
tiempo, Newton sugería una concepción distinta. Denominó “relativo, aparente y
banal” al espacio definido por Aristóteles, consistente en enumerar qué hay
alrededor de algo. Y “absoluto, real y matemático” al espacio en sí que existe
incluso donde no hay nada.
Para Newton, entre dos
cosas puede haber también “espacio vacío”. Para Aristóteles, el concepto de
“espacio vacío” es absurdo, porque el espacio es solo el orden de las cosas. Si
no hay cosas -su extensión, su contacto mutuo-, no hay espacio. Newton imagina
que las cosas están situadas en un “espacio” que sigue existiendo, vacío,
aunque quitemos esas cosas. Para Aristóteles el “espacio vacío” no tiene
sentido, porque si dos cosas no se tocan significa que entre ellas hay algo
distinto, y si hay algo, ese algo es una cosa, y por lo tanto algo hay: no
puede no haber “nada”.
La idea newtoniana de
“espacio vacío” parece hallar su confirmación cuando Torricelli nos enseña que
se puede extraer el aire de una botella. Pero pronto se descubre que dentro de
la botella sigue habiendo de todos modos muchas entidades físicas: campos eléctricos
y magnéticos, y un constante pulular de partículas cuánticas. Le existencia del
vacío completo, sin ninguna entidad física más que el espacio amorfo,
“absoluto, real y matemático”, sigue siendo una brillante idea teórica
introducida por Newton para fundamentar su física, pero no una evidencia
experimental. (56-58)
Carlo Rovelli, El orden del tiempo, Anagrama,
Barcelona 2019
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