Dostoievski, més que un novel·lista.







Dostoievski no es más que un novelista. No ofrece en modo alguno un sistema, no aporta ninguna solución a los terribles problemas que plantea a nuestro siglo la organización de la vida social. Es esto,si se quiere, una inferioridad. Pero sepamos, al menos, comprender el significado de un hecho semejante. No es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo algunas veces, no pueda organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que sin Dios no puede, en fin de cuentas, más que organizaría contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano. Por lo demás, la fe en Dios, esta fe que nos inculca él cristianismo en una trascendencia siempre presente y siempre exigente, no tiene por finalidad el instalarnos cómodamente en nuestra existencia terrestre para adormecernos en ella, aunque muy febril sería nuestro sueño. Por el contrario, esta fe nos inquieta y viene a romper incesantemente el equilibrio demasiado bello de nuestras concepciones mentales y de nuestras construcciones sociales. Haciendo irrupción en un mundo que tiende siempre a cerrarse, Dios le da, sin duda, una armonía superior, pero que no debe alcanzarse más que al precio de una serie de luchas y rupturas, tan larga como la duración misma de la vida. «Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra.» Cristo es el gran revolucionador.

Henri de Lubac, El drama del humanismo ateo, Madrid, EPESA 1967, segunda edición

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