Cassandra contra els profetes.





Ernst Bloch distingue entre los antiguos profetas bíblicos y la profetisa griega Casandra. ¿Comunican el abatimiento ante el destino o la posibilidad de subvertirlo?
Casandra no logra cambiar nada con sus vaticinios sobre los desastres de la guerra de Troya. La suya es una queja pasiva. No clama a nadie en concreto y menos que nadie a sí misma.
No puedo dejar de pensar en la crítica contemporánea. La denuncia repetida de todos los males presentes y por venir (fascismo, guerra, colapso climático) deja las cosas tal y como están. Lucidez en la impotencia.
Los profetas hablan diferente dice Bloch. Se refieren a un futuro alterable por la acción humana. No comunican el abatimiento, sino la posibilidad. ¿Cómo lo consiguen? No anuncian, interpelan. No se limitan a señalar el desastre, sino que proporcionan indicaciones (estratégicas) para evitarlo. Proponen un cambio.
Pero un cambio difícil, porque su presupuesto es la *conversión* de quien escucha. La alternativa al desastre se abre si y sólo si hacemos un desplazamiento. El profeta le habla a alguien en concreto, a su responsabilidad. Y en primer lugar a sí mismo.
La fuerza de su enunciación consiste en que él mismo está en viaje, en éxodo de sí mismo, en transformación. No exhorta a los demás al cambio, sino que encarna la posibilidad a la que refiere su mensaje.
Habla desde otro sitio. Por eso su palabra no deja las cosas tal y como están, sino que es creadora y productiva.

Amador Fernández-Savater

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