La conversa i la pràctica de la cooperació.




Richard Sennett pone la conversación como ejemplo más claro de lo que es la cooperación humana. Tiene razón. Una conversación es una suerte de micro-institución humana de una extraordinaria complejidad sociocognitiva. De hecho, el arte de la conversación es uno de los más complicados de dominar. Se trata de aprender a escuchar, a sortear los malentendidos, a mantener la atención, a usar moderadamente la ironía y mezclarla con la noticia y el relato,…; en fin, es un ejemplo aparentemente inocuo pero en el que se manifiestan las habilidades humanas en las que la autonomía y la dependencia se entreveran para sostener la fábrica de la sociedad. Conversar de forma inteligente y divertida no es menos complejo que acudir a apagar un fuego y organizarse para ello. De hecho, ambas actividades son interdependientes: porque se aprende a conversar se es capaz de responder organizada y solidariamente a las tragedias y catástrofes. Tiene también razón Sennett en que las trayectorias que está siguiendo la modernización están afectando gravemente a las prácticas de cooperación al producir estados sistemáticos de aislamiento en las vidas cotidianas de los ciudadanos, pero solamente podemos calibrar el daño producido por la civilización del capitalismo si comprendemos previamente cuán intersticial y omnipresente es la cooperación humana. La ciudad, sostiene Sennett, es una máquina de destrucción masiva de la cooperación, una productora de aislamiento y soledad. 

Comentaba estos días en clase la noticia de estos días de que Facebook va a abrir una aplicación para citas. Me preguntaba cómo era posible que la soledad se hubiera convertido en un negocio. Exploré por curiosidad la lista de las páginas de citas. Es inmensa y dibuja un mapa del aislamiento urbano. Cataloga las necesidades emocionales por edades, por situaciones de divorcio, por aspiraciones a encuentros ocasionales o búsquedas de relaciones estables, por orientaciones afectivas. Documenta el destejido de la trama social de cooperación, la pérdida de la conversación como lugar de encuentro y el nuevo negocio basado en la ansiedad.

El filósofo americano Richard Rorty, quien representa la cara más interesante del pensamiento posmoderno, propuso la conversación como modelo para la filosofía frente a los sueños del dogma y como base de la democracia. No hay más que seguir lo que en las redes se llama “hilo”, particularmente en Twitter, para encontrarse con lo contrario de una conversación: un hilo es una secuencia de respuestas abruptas, irritadas, insultantes o entusiastas que denotan la pérdida de oído, la incapacidad de escucha, la falta del humor que repara las heridas y su sustitución por el sarcasmo o la ironía gruesa.

Fernando Broncano, El lenguaje perdido de las campanas, El laberinto de la identidad 08/09/2019

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