Inútil.
Alejandro Magno recibe lecciones de Aristóteles. CORBIS En 1940, en el centro de internamiento Stalag VII-A en la localidad de Görlitz, fronteriza con Polonia, un oficial alemán facilita clandestinamente al prisionero Olivier Messiaen unos cuadernos de notación musical. El músico francés proyecta de inmediato una “danza frenética para las siete trompetas”, cuya tensión rítmica tendería a crear una atmósfera de pesadilla. La pieza sería insertada como movimiento número 6 en una composición de 8 partes, titulada Cuarteto para el fin de los tiempos y encabezada por la evocación del ángel apocalíptico: “y al sonar de la trompeta del séptimo ángel, el misterio se consumirá”. El Quatour fue finalmente interpretado en un gélido 15 de enero en un hangar del Stalag VII-A, con destartalados instrumentos. Messiaen mismo nos contagia del peso emocional de aquel estreno evocando a unos seres que, en situación de sufrimiento físico, indigencia y sentimiento de derrota tenían sin emba...