Duns Scot i la bellesa.

Hay en Duns Escoto una interesante definición de belleza, que se distingue insensible pero profundamente de las otras que hemos examinado:

La belleza no es una cualidad absoluta (independiente) presente en el cuerpo bello, sino una agregación de todo lo que se une al cuerpo, como la magnitud, la figura y el color, más la agregación de todas las relaciones que estas propiedades mantienen con el cuerpo y entre sí.(cit. Por Bruyne 1946, III, p. 347; trad. cast. III, pp. 364-65)
Esta concepción de la belleza basada en las relaciones, y este insistir en la aggregatio adquieren un aspecto personalísimo a la luz de una teoría escotista de la pluralidad de las formas.

Para Duns Escoto, la actualidad de lo compuesto resulta de la actualidad de todas sus partes, y la unidad de lo compuesto no requiere la unidad de la forma, sino la subordinación natural de las formas parciales a la forma última. Para santo Tomás, cuando más formas convergían para producir un cuerpo mixto (como el cuerpo humano), éstas perdían su forma substancial propia y todo el cuerpo era informado por la nueva forma substancial propia y todo el cuerpo era informado por la nueva forma substancial del compuesto (en el caso concreto, el alma), de modo que las substancias componentes revelaban algunas virtutes o cualidades que quedaban como propiedades del nuevo compuesto (De mixtione elementorum; S. Th. I, 76, 4; Quodl. I, 5). Este sostener la unicidad de la forma substancial llevaba a santo Tomás a ver el organismo sobre todo en el aspecto de la unidad. La teoría de la pluralidad de las formalitates lleva, en cambio, a la estética escotista a acentuarse en sentido relacional, y sugiere una visión más analítica y menos unitaria de la belleza.

Otro aspecto verdaderamente nuevo, que Duns Escoto sugiere sin referirlo a problemas estéticos, está vinculado a la teoría de la haecceitas. La haecceitas como propiedad individualizante no tanto perfecciona la forma, como atañe radicalmente a lo compuesto y lo lleva a una individualización concreta. Si en una perspectiva tomista el ver el organismo en su elemento concreto significa verlo como concreción de una quidditas específica –y, por lo tanto, en cierta medida, típico, ejemplar de una categoría-, en la perspectiva de Duns Scoto el individuo es sólo sí mismo y lo es en virtud de un principio que ni siquiera se compone con él, y de él es lógicamente distinguible, pero que es su perfeccionamiento último en el sentido de lo concreto. Cada entidad individual es diferente por sí misma de cualquier otra unidad: omnis entitas individualis est primo diversa a quocumque alio.

Aquí, aún más que para santo Tomás, el individuo es superior a la esencia, entitativamente más perfecto no sólo porque existente, sino porque singularmente determinado, único. (…)

La absoluta singularidad de la haecceitas, su determinar al individuo como unicum, este concepto tan vigoroso y tan cercano a una sensibilidad moderna, Duns Escoto no se preocupa de relacionarlo con los problemas estéticos. Pero, evidentemente, esta postura filosófica refleja todo un clima cultural en el que gradualmente se están revalorizando los valores individuales, y que encuentra en el arte gótico florido y en los albores del flamígero un evidente correlato. (…)

Con el gótico del pleno siglo XIII, la visión del particular sustituye a la del conjunto: la visión se vuelve más analítica, es lo múltiple lo que seduce la mirada (…). Al mismo tiempo, una sensibilidad hacia lo típico es substituida poco a poco por una sensibilidad hacia lo individual: se abandona gradualmente una estatuaria dedicada a fijar las imágenes típicas de especies y categorías humanas, para subrayar los rasgos individuales de las figuras, para fijar características irrepetibles. (…)

La haecceitas no es captada por la inteligencia abstractiva, sino por la intuición: el intelecto no consigue comprenderla como no sea confusamente y debe replegarse en los conceptos universales. Individualidad, irreductibilidad, originalidad, por un lado. Cognición intuitiva por el otro: no hay que subrayar el potencial de estos conceptos con respecto al desarrollo sucesivo de las teorías estéticas. (pàgs. 122-124)

Umberto Eco, Arte y belleza en la estética medieval, Lumen, Barna 1997

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