Parlem dels altres.




Las revistas del corazón se encuentran entre las más leídas en todo el mundo; el interés por la vida de los otros es universal. Los primates pasamos más de un tercio de nuestras vidas tratando de informarnos sobre la vida de los demás.

Así lo afirma el antropólogo evolutivo Robin Dunbar en su libro How Many Friends Does One Person Need? (¿Cuántos amigos necesita una persona?). Según él, en la prensa la proporción es similar y en la televisión más de la mitad de la programación que ofrecen los distintos canales se corresponde con estos temas.

¿Pero de dónde viene esta infinita curiosidad por enterarnos de lo que le pasa a los demás? ¿Es solo el cotilleo por el cotilleo o también cumple algún tipo de función social? Los grandes simios son cotillas insaciables. En cautividad, a los chimpancés también les encanta espiar a los visitantes y cuidadores; disfrutan observándolos a través de rendijas y cerraduras.

La diferencia, una vez más, viene determinada por el lenguaje. Los humanos podemos hacer circular esa información que poseemos. Por ejemplo, sabemos que los rumores cumplen diversas funciones sociales, como por ejemplo proporcionar datos sobre las actitudes y habilidades de las personas. Vamos a un taller mecánico porque nos dijeron que el encargado es honrado y competente. Del mismo modo, descartamos otros porque tienen fama de ser caros o de no poner recambios originales. El mismo procedimiento usamos para ir a médicos, pescaderías, etc.

Desde Oxford, el mismo Robin Dunbar ha estudiado los cotilleos sociales en los humanos desde el punto de vista científico y cree que son imprescindibles para el buen funcionamiento de la sociedad porque facilitan información relevante y unen a las personas que lo practican. Por eso, seguramente, algunas personas echan mano de los chismes para acercarse a otras.

Los rumores también nos ayudan a prevenirnos de personas deshonestas. Con excepciones, se suele criticar a aquellas personas que nos generan inseguridad o representan una amenaza de cualquier tipo para nosotros, ya sea porque son más guapos, poderosos, ricos o peligrosos.

Del mismo modo, los rumores se usan para desgastar al poder y son un arma eficaz contra los poderosos. Los azande son una tribu que habita en el Congo cuyos miembros tienen la curiosa costumbre de acusar de brujería a personajes por los que no desean ser gobernados. También muchos de los comentarios sobre ciertas personalidades de nuestra era son medios para no permitir alcanzar el poder a quienes consideramos no deseables y prevenir el abuso que puedan cometer de modo malintencionado.

Por ejemplo, el ex presidente italiano Silvio Berlusconi ha sido blanco de la prensa rosa en numerosas ocasiones. A pesar de que finalmente aparecieron grabaciones que evidenciaban sus aficiones ilegales, lo cierto es que todo comenzó a partir de chismes, lo que a la larga ha disminuido su influencia y dificultado su relación con otros líderes mundiales.

Aunque la tendencia innata a hablar de la vida de los otros que tenemos los humanos nos lleve a cometer muchas injusticias, desde el punto de vista evolutivo, el chisme ha cumplido una función muy importante. Los cotilleos nos ayudan a obtener información que nos permite tomar decisiones. Dado que somos seres con intensa vida social y dependemos los unos de los otros, conocer la personalidad y la vida de los personajes que forman parte de la red a la que pertenecemos ha sido y es fundamental para la supervivencia de nuestra especie porque así podemos saber de quién fiarnos y de quién no a la hora de cooperar.

Por ello, y siempre que no sobrepasemos ciertos límites más propios de la prensa rosa, es interesante conocer a las personas que nos rodean.

Pablo Herreros, La vida de los otros, Somos primates, 06/02/2014

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