La brutalitat organitzada.
En El auge de la brutalidad organizada, Malesevic señala una paradoja. Nos horroriza la imagen de una persona ardiendo en la hoguera, asociada a un pasado brutal, pero un dron militar mata hoy a más personas sin generarnos las mismas emociones. La primera forma de asesinar, explica, era más cruel, pero también un signo de debilidad, un intento de lanzar un mensaje de advertencia ante la incapacidad de imponerse de otras formas, mientras que la segunda es una prueba de la fortaleza actual del Estado.
La herencia de la Ilustración ha generado en nuestros días lo que Malesevic llama una “disonancia ontológica”, la que surge de la prevalencia de los derechos humanos -con el reconocimiento de que todas las personas tenemos el mismo valor intrínseco- y el uso sin embargo de violencia organizada contra ellas. “La comprensión universal de que todos tenemos el mismo valor moral crea una situación muy inusual por la que la única forma en la que se puede deslegitimar a algunas personas o grupos es deshumanizarlos, la única en la que puedes decir que el enemigo merece ser matado. ‘Míralos, no son seres humanos, son animales y deben ser tratados como tal’. Los políticos suelen usar ese lenguaje durante la guerra y mucha gente lo acepta. Muchos estadounidenses siguieron esa idea de que los japoneses debían ser bombardeados porque no son humanos”.
Antonio Pita, Sinisa Malesevic: "Cuando controlas a la población no necesitas matarla", El País 28/08/2020
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