La memòria, un lloc per al temps?




Siendo un asunto temporal, ¿puede ocupar un lugar en el espacio?

El sueño de localizar el tiempo pasado en el espacio presente sigue vivo. Pero hay otras posibilidades. Quizá sea un error buscar el tiempo en el espacio, encontrar un lugar para la memoria. Quizá la memoria, accesible en todas partes, no esté en ninguna. Esa fue la intuición de Henri Bergson. El filósofo francés cuestionó la costumbre de medir el tiempo con el espacio, como hacen los relojes. El tiempo de los relojes es un tiempo espurio, cuantitativo, no cualitativo. La memoria es fundamentalmente cualitativa y emocional. Cuando el tiempo se reduce al espacio, pierde esas cualidades. Nos faltan teorías de la memoria que vayan en esa dirección. La memoria como una resonancia temporal, en lugar de una inscripción espacial. Tampoco hay que olvidar el olvido, indispensable para la memoria. Sin abstraer, sin olvidar diferencias, es imposible pensar.

Tras más de un siglo de investigaciones, la memoria sigue desaparecida. Si la clave no es el dónde sino el cuándo, cabría plantearse por qué el recuerdo aflora en un determinado momento, y abordar la cuestión de la memoria en sus relaciones con la experiencia presente. Casi siempre el recuerdo lo suscita una sensación: una melodía, un gesto, un tono cromático, permiten revivir el pasado en el presente. Marcel Proust, el gran especialista en el tiempo recobrado, lo sabía bien.

Juan Arnau Navarro, ¿Dónde se guardan los recuerdos?, El País 23/08/2020

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