El grau d´intel.ligència està en les solucions no en les persones.

Toda persona inteligente tiene sus lados y momentos tontos. A pesar de lo cual, se cree que la inteligencia es una característica general, permanente y medible. (…)

Se ha supuesto que la inteligencia está en el cerebro, en la glándula pineal, en los genes. Por un prejuicio desdeñoso, se ha ignorado la inteligencia de las manos y del paladar. Se han considerado superadas las nociones antiguas de que la inteligencia está en el corazón, el estómago, el hígado, el bazo, las entrañas. Pero tan diversas localizaciones antiguas y modernas tienen algo en común: suponen que la inteligencia está adentro, como algo residente en la persona.

Una tradición distinta supone que la inteligencia está afuera: que llega a la persona como inspiración. Abundan los testimonios de novelistas y dramaturgos que reconocen la iniciativa de un personaje que se impone al autor. Abundan los inventos o descubrimientos que el azar pone ante los ojos del investigador que sepa verlos. Abundan los pensamientos que se producen solos cuando se iba a decir o escribir otra cosa. Abundan las soluciones geniales de personas comunes y corrientes.

Cuentan que a Bernard Shaw le preguntaron si creía que el Espíritu Santo había escrito la Biblia, y respondió: “No nada más la Biblia, todos los libros”. Esto sube todos los libros al nivel de la inspiración divina o reduce la Biblia al nivel de cualquier libro, según como se vea. Pero afirma la inteligencia como algo externo que se presenta al autor.

No hay que olvidar que uno de los significados de la palabra inteligencia (como en la frase estar en la inteligencia) localiza la inteligencia en un lugar externo a todos los participantes en ese entendimiento. Esta acepción de la palabra intelligentia apareció en el latín medieval, según Le Robert Dictionnaire historique de la langue française, y pasó a otras lenguas.

La inteligencia es externa, circunstancial, depende del acomodo de las distintas partes que se encuentran, y por eso varía según las circunstancias. Está en la zona de un encuentro feliz (o infeliz) con la realidad que se presenta (como invitación, como problema o como simple realidad) a solas o en diálogo. Está en ninguna parte (en el aire, digamos), aunque puede objetivarse en soluciones: un poema, un teorema, una ley, una operación quirúrgica, la construcción de una presa o la filmación de una película. Las soluciones inteligentes (o no) permanecen como algo que sigue ahí, físicamente, y que puede evaluarse. Su inteligencia es objetiva, externa a las personas que produjeron la solución. Cuando estas se sienten rebasadas por la solución que descubren son realistas. El grado de inteligencia no es una propiedad de las personas, sino de las soluciones.

Naturalmente, si algunas o muchas soluciones producidas por alguien son inteligentes, cabe decir que es una persona inteligente; o más exactamente: que ha estado inspirada. Pero nada garantiza la inspiración. La próxima solución puede ser tonta.

Gabriel Zaid, Grados de inteligencia, Letras Libres, junio 2011
http://www.letraslibres.com/index.php?art=15512

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