Felicitat i indeterminació.
«La buena voluntad - subraya Kant - no es tal por lo que produzca o logre, ni por su idoneidad para conseguir un fin propuesto, siendo su querer lo único que la hace buena de suyo. Incluso si merced a un destino particularmente adverso, o a causa del mezquino ajuar con que la haya dotado una madrastra naturaleza, dicha voluntad adoleciera por completo de la capacidad para llevar a cabo su propósito y dejase de cumplir en absoluto con él (no porque se haya limitado a desearlo, sino pese al gran empeño por hacer acopio de todos los recursos que se hallen a su alcance), semejante voluntad brillaría con todo por sí misma cual una joya, como algo que posee su pleno valor en sí mismo; y a ese valor nada puede añadir ni mermar la utilidad o el fracaso» (FM, Ak. IV, 394) Por ello estos preceptos no son hipotéticos, al no estar pendientes de las consecuencias, sino absolutamente apodícticos e incondicionados. Ahora bien, Kant no se conformó con diferenciar al imperat...