Xabots.
En 2014, ganó el premio un programa simulando un adolescente de trece años con no muy buen dominio del inglés. Los jueces fueron incapaces de determinar si estaban hablando con una máquina o un adolescente que iba a su bola y se callaba o se iba por los Cerros de Úbeda, exactamente como suele ocurrir en ocasiones con las conversaciones entre padres e hijos de esta edad. El supuesto mal control de la lengua en la que se formulaba el test explicaba a los jurados el resto de problemas de interacción. Este programa daría para escribir mucho sobre él, pero ya nos da una idea de cómo el Test de Türing, usado como test de investigación nos puede servir para investigar mucho sobre la interacción humana en la conversación. En particular, sobre los aspectos contextuales, los sobreentendidos, las estrategias de pregunta y respuesta, el conocimiento común del mundo y otros aspectos que están incluidos en lo que se denomina el "Problema del Marco", que se refiere a los límites de lo que se puede resolver en Inteligencia Artificial mediante rutinas incorporadas al programa.
En 2013, 2016 y 2017 ha ganado el premio Mitsuku, un chatbot diseñado para mantener interacciones conversacionales, e incluso para crearse algo así como un "amigo virtual" que, de hecho, es una máquina. Los chatbots son bots creados para interactuar en pequeñas conversaciones, por ejemplo en Twitter, convirtiéndose así en una poderosa herramienta de uso comercial o político, habida cuenta de la importancia que tienen estas redes en nuestra vida cotidiana. Los bots, en general, y en particular los chatbots están basados en eficaces programas que indexan términos y van creando respuestas que tienen que ver con los racimos de palabras que han sido indexadas, y que generalmente corresponden a un campo semántico. De esta manera se pueden predecir muchas cosas, por ejemplo las tendencias que se producen en la red respecto a ciertos temas. Los chatbots, por su parte, pueden usarse para engañar a los usuarios pensando que están interactuando con una persona. Cuando yo inicié este blog, hace casi diez años, y permitía comentarios sin control, un par de veces me puse a responder a mensajes que habían sido emitidos por bots (caiga la vergüenza sobre mí).
Marta Peirano, en un informativo artículo publicado en El Diario.es hace unos días, explicaba muy bien como las granjas de trolls son ya empresas especializadas en el uso de bots y chatbots ordenadas a manipular las redes sociales de acuerdo a los intereses de las empresas, partidos o estados contratantes. Su libro, El pequeño libro rojo del activista en red es muy recomendable para entender los mecanismos de control que actualmente proliferan en la red y cómo invaden nuestra intimidad. Lo que no implica que haya que volverse conspiranoico o derrotista acerca de las posibilidades de resistir estas invasiones. El caso del reciente fracaso de los centros de inteligencia españoles para detectar los movimientos y estrategias de los organizadores del procés de independencia catalana, muestran cómo un uso inteligente del lenguaje puede engañar a la IA. Basta con hablar con sobreentendidos y pactando previamente relatos que no tienen nada que ver en superficie con lo que realmente transmiten. El terrorismo de nuevo cuño usa habitualmente estas técnicas para escapar a los aparentemente omnipotentes sistemas de vigilancia informática.
Fernando Broncano, El lenguaje del pensamiento, El laberinto de la identidad 03/12/2017
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