Caminar te abre el apetito.
Caminar te abre el apetito, y más cuando son las dos del medio día, pero también te permite azuzar la reflexión. Mientras
atravieso las calles de l’Eixample intento ponerlo en práctica. Me espera casi una hora y
media de camino andando, gracias al decreto de servicios mínimos que afecta al transporte público. (Carrer Provença)
Esto me permite recuperar las imágenes que en las redes sociales y en la prensa han
aparecido sobre las agresiones de la policía española a ciudadanos de mi país.
Los hechos hechos son. No puedo negar lo que he visto: agresiones, chulería y
desproporción (Hospital de Sant Pau, carrer Indústria).
5 años hace que al PP
se le ha reclamado alguna actuación política sobre lo que ocurre en Catalunya. Y por fin ha actuado. Maldita la gracia, vistos los resultados. Así no. O no actúa o sobreactúa. Parece que
este partido no da más de sí. La prudencia, la virtud por antonomasia de la
política según Aristóteles, ha brillado por su ausencia. Aplicar la ley y que
el mundo se hunda. No puedo suscribir las interpretaciones de Rajoy y Sáez de Santamaría.
No puedo dar cuerda a la posverdad y a los hechos alternativos (Plaza Maragall).
Sin embargo, por
el bando contrario, el falseamiento de la realidad viene del uso torticero del
lenguaje. Se supone que hoy estaba convocada una huelga general. Una huelga que
según sus patrocinadores no era huelga sino parada (“aturada”). Una huelga
promovida en un principio por unos sindicatos, planteada incluso antes de los
hechos de este domingo “glorioso”, entre los que destaca uno que se reclama
heredero de los valores anarquistas, los otros, desconocidos y minoritarios. A esta huelga que no es huelga se ha sumado parte de la patronal y que el govern
de la Generalitat secunda (Carrer Ramón Albó, ya queda menos).
Una huelga no
huelga en la que su seguimiento no tendrá la menor incidencia en su nómina. Una
huelga que bendecida por el govern y la patronal se convierta en un ejemplo de
lo que Orwell llamaba el doblepensar. Una situación en que, gracias a la
tergiversación del lenguaje, hace posible un mundo al revés: el anarquismo que
apoya a un gobierno, unos trabajadores a los que se jalea para que se
conviertan en revolucionarios subvencionados, unos empresarios que de forma
altruista invitan a sus empleados a no asistir a su trabajo, un gobierno que
decreta unos servicios mínimos de los servicios públicos para conseguir que
todo el mundo participe de una jornada de lucha para cortocircuitar el mismo sistema
que les ha permitido legalmente instalarse en el poder (Carrer Fabra i Puig).
El motivo
aparente de la huelga no huelga es un motivo legítimo, las agresiones. El
objetivo real, otro día para que el procesismo haga suyo una reinvindicación, que
es la de la mayoría, para que las masas invadan las calles y sumen como suyos,
como es el caso del referéndum, a los que están en desacuerdo con la
independencia. Unas calles, que los manifestantes, la mayoría adolescentes que
cursan Bachillerato, reclaman de su propiedad (“Els carrers són nostres”) y que
recuerdan a una declaración de un famoso dirigente franquista seguidor del
filósofo Karl Schmidt, filósofo-jurista del régimen nazi. Manifestantes que, mientras cortan el tráfico de la calle,
se apropian también de Imagine de John Lennon sin darse cuenta que en uno de
sus versos dice “Imagine there’s no countries”. Otro ejemplo de cómo esta neolengua
creada por los propagandista de la ANC y Omnium Cultural está pervirtiendo el
lenguaje y la lógica más básica (Carrer Piferrer).
Si no he seguido
la huelga no huelga es porque no quiero que se solapen la repulsa a la violencia
con otro tipo de reivindicaciones. No quiero que se abuse de mi presencia ni se
me utilice (aunque sé que soy un granito de arena en una inmensa playa) para
apoyar algo con lo que no estoy de acuerdo. (Por fin estoy en casa)
Manel Villar
Barcelona, 3 de
octubre de 2017
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