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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: setembre, 2024

Harari contra l'algoritme.

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La tesis central de   Nexus   es que la función de la información no es representar la realidad, sino crear vínculos entre grandes grupos humanos. Harari admite que tres milenios de filosofía y cuatro siglos de ciencia nos han aportado vastas cantidades de información y un gran poder, pero no cree que por ello nos conozcamos mejor ni seamos más sabios. Como historiador y como analista escéptico de la ciencia y la tecnología, concede mucha más importancia a la construcción de redes cooperativas mediante ficciones, fantasías e ilusiones sobre dioses, naciones y transacciones económicas. Desde esta perspectiva, la Biblia es mucho más valiosa y poderosa que los   Principia   de   Newton   y   El origen de las especies   de   Darwin   juntos, como un bulo lo es más que un mensaje veraz. La ignorancia es fuerza, como dijo George Orwell. La teoría generalizada de que la información conduce a la verdad, y de ahí a la sabiduría y al poder, es para Harari la “idea ingenua de la información”. El

La relació causa-efecte i la supersticions.

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Una de las principales motivaciones de la mente humana es la necesidad de encontrar asociaciones entre distintos eventos que le permitan anticiparse a la realidad. La selección natural ha favorecido la búsqueda de relaciones causa-efecto para descubrir las reglas del mundo y así promover la supervivencia y la reproducción. Somos buscadores compulsivos de conexiones, arqueólogos de la regularidad, futurólogos intuitivos. Nuestro sistema cognitivo tiene alergia a la ambigüedad y a la incertidumbre. La asociación de eventos es el antídoto para esta “ reacción alérgica mental ”. Las supersticiones son el lado oscuro de esa tendencia predictiva tan útil para la supervivencia: asocian eventos que, en realidad, no están relacionados de ninguna forma. La tendencia humana a predecir el mundo inventa estas conexiones. Al fin y al cabo, el aprendizaje de asociaciones es la piedra angular de nuestra adquisición de comportamientos. Con las supersticiones, esos mecanismos asociativos se pasan de lar

El pragmatisme i les teories útils.

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Aprovechando que Estados Unidos está de actualidad (como siempre, en realidad) me gustaría hablar de unos cuantos estudiantes que se empezaron a reunir en la década de 1870 en Cambridge (Massachussets). Entre ellos estaban los filósofos Charles Sanders Peirce y William James, y el jurista Oliver Wendell Holmes Jr. Pusieron en marcha un “club metafísico” en el que cuajó una idea heredada del filósofo Alexander Bain: “Una creencia es aquello según lo cual una persona está preparada para actuar”. Esta escuela filosófica se acabó conociendo como pragmatismo y estos pensadores, influidos especialmente por la experiencia de la Guerra Civil, crearon la primera corriente de pensamiento moderno de Estados Unidos, como escribe Louis Menand en El club de los metafísicos. ‌Los pragmáticos defendían que las ideas no están “ahí fuera”, esperando a ser descubiertas, sino que son herramientas, como un tenedor o un microchip, que las personas diseñamos para navegar en sociedad. Y las ideas no son indiv

Els danys antropològics.

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No es que quiera proponer ningún cambio en los códigos penales y menos en un sentido punitivista, pero sí querría que se contemplase, a modo de agravante moral, el efecto colateral de algunos crímenes: me refiero a lo que me atrevería a llamar "daños antropológicos". Los muros, vallas, patrulleras, encierros y expulsiones, trasladados al discurso político y la mansedumbre ciudadana, no solo provocan miles de muertos todos los años (en lo que el teólogo Hinkelammert ha denominado "genocidio estructural"), no solo promocionan la xenofobia y naturalizan el neofascismo; es que estas medidas, con sus altísimos índices de mortalidad y sufrimiento, constituyen en sí mismas un atentado gravísimo contra el concepto sagrado de "hospitalidad", sin el cual la civilización humana se vendría abajo. La hospitalidad no está pensada para parientes y amigos sino para los extraños que llaman a nuestra puerta; regula, si se quiere, las relaciones entre los desconocidos, que d

El sentit de la memòria: del present al passat.

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Una reunión de antiguos alumnos me enfrentó recientemente al hecho de que el colegio, tal como lo recordamos, ya no es lo que solía ser. La memoria episódica —el sistema que nos permite recordar experiencias pasadas— no es una reproducción literal del pasado. Es propensa a errores, ilusiones y distorsiones, es delicada. Una frase memorable del antropólogo Marc Augé lo capta: “Los recuerdos son creados por el olvido como los contornos de la costa son creados por el mar”. En una conversación con el psicólogo estadounidense Daniel Schacter, exdirector del departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, destacado investigador de la memoria humana y autor de   Los siete pecados de la memoria: Cómo olvida y recuerda la mente   (Ariel), me explica: “La memoria se reconfigura a partir del presente, es decir, que los acontecimientos y experiencias pasadas se reinterpretan en función del presente. Este recuerdo es a su vez transformador de la realidad social, y promueve nuevas alternati

El jo fenomènic i el Sí mateix.

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Lo primero es entender que conciencia y mente no son dos realidades distintas. Hay una única realidad, un continuo conciencia-mente-cuerpo. La conciencia pura no está dividida. Pero, cuando la conciencia imagina objetos deseables y corre tras ellos, entonces la llamamos mente. Ya no es conciencia pura sino conciencia fenoménica. De ahí que, para comprender lo que se propone aquí, resulte útil distinguir la conciencia de la mente. Cualquiera que conozca la tradición fenomenológica observará que estos empeños tienen una larga tradición en Europa. La filosofía moderna ha sido también una indagación del yo. Desde Descartes, tanto Hume como Kant, Schopenhauer , Fichte o Husserl, se han planteado quién es ese yo que experimenta el mundo, los placeres y las desdichas, las esperanzas y los miedos. Todos ellos han reconocido de algún modo que la manifestación fenoménica tiene por base un yo pensante. La solución que propone Ramana es que, si se aísla ese yo, si se le deja sin atributos, es deci

El jo i la consciència pura.

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La filosofía occidental moderna descubre con   Descartes   que es el sujeto el que sirve de base a la representación o vivencia intencional. Pero llega a ese mismo sujeto desde la propia representación. De modo que queda encerrada en el círculo vicioso de lo mental. La mente se explica por la mente. Dos cosas (sujeto y representación) se explican una por la otra, recíprocamente, y ambas quedan sin explicación. Para escapar de esa circularidad, de ese samsara filosófico, el pensamiento indio propone distinguir mente de conciencia. El sujeto mental es un yo, pero por debajo de ese yo, hay otro, más fundamental e independiente, que hace posible el yo mental. Ese otro yo es conciencia pura y, paradójicamente, no es un yo. Es el Uno, que no es un número, sino aquello que hace posible todos los números, toda la diversidad mental, temperamental y material de eso que llamamos universo. Esa conciencia fundamental carece de forma y no puede ser descrita mediante la actividad mental, intelectual

Fenomen i consciència.

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La filosofía occidental moderna se ha centrado en el yo pensante y no ha sabido diferenciarlo del yo cognoscente. La gran aportación india al pensamiento universal es la distinción entre mente y conciencia. Y la prioridad ontológica de la conciencia sobre la mente, y de la mente sobre el cuerpo. Decir que el cerebro produce la mente es ya un pensamiento, o una representación, como diría Schopenhauer. Decir que la conciencia es un epifenómeno del cerebro, como sostienen las corrientes dominantes de las neurociencias, es no entender el término epifenómeno. Un epifenómeno es un fenómeno de un fenómeno. ¿Y qué es un fenómeno? Un fenómeno es aquello que se aparece a la conciencia. Es decir, el término fenómeno forma parte de una polaridad y no puede entenderse sin una conciencia que lo advierte o experimenta. Son términos correlativos, como expansión y contracción, grande o pequeño. Así como no puede hablarse del perímetro de una circunferencia sin tener en cuenta el radio (está implícito e

Què és la ment?

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La mente no es física, ni química, ni siquiera es electricidad. Todo eso son representaciones. La mente es un montón de pensamientos. Pueden ser químicos o físicos, como alquímicos o astrológicos. La mente es simplemente un agregado de pensamientos, del tipo que sean. O de sensaciones, si se quiere. Esa fue la gran intuición de  David Hume . El escocés busca la mente y no la encuentra. Sólo encuentra una sensación, un recuerdo, una emoción, una imagen que por asociación lleva a otras. La mente es una máquina de producir pensamientos. Dicho en términos budistas, la mente transforma de forma automática impresiones en inclinaciones. De ahí que sea ella la que dirige el cuerpo, la que lo mueve, dinamiza o estresa, la que lo tensa o relaja. Lo que hacemos con la mente (imaginar, pensar, especular), puede cambiar esa representación que llamamos “estructura cerebral”. La mente puede hacer enfermar al cuerpo, también puede sanarlo. De ahí que la tradición del yoga aspire a ralentizar la mente,

Moral terrestre i genocidi vertical.

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Si los   lager   nos parecen con razón monstruosos es porque son humanos; es decir, porque son mensurables desde nuestra milenaria “moral terrestre”. Implican un trabajo de deshumanización horizontal del otro sobre el que nuestra imaginación también puede trabajar, en favor de la empatía y de la construcción jurídica. Con Hiroshima, paradigma vertical, ocurre lo contrario: como contaba el filósofo Günther Anders, no es fácil establecer un vínculo cognitivo entre una presión del dedo sobre un   cuadro de mandos a 3.000 metros de altura y 120.000 cadáveres en las calles de una ciudad . Ahora bien, esta “desproporción” tiene consecuencias afectivas y jurídicas descomunales. En los   lager , decíamos, el cadáver es el resultado de una larga operación de deconstrucción de la humanidad en el cuerpo del otro; en Hiroshima, el cadáver es, desde el principio, un residuo y, si se quiere, un “milagro”. Los cuerpos no se han tenido nunca en cuenta, ni siquiera para destruirlos. Si aceptamos con ta

Una vida sense temps propi?

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En muchos sentidos trabajamos y vivimos mejor que nuestros padres y tiene que ver con lo que comentábamos al inicio, con la conciencia y el orgullo que tenemos de que gracias al trabajo colectivo y al trabajo de lo público podemos tener oportunidades que nuestros padres no han tenido y, en muchos sentidos, mejores condiciones de vida y mejores trabajos. Pero creo que algo se está trastocando y que, especialmente en los últimos años, hay un giro de tuerca que está llevando a muchas personas a tomar conciencia de que en otros sentidos estamos peor que nuestros padres. Y me refiero especialmente a nuevas formas de precariedad, a la normalización de problemas de ansiedad y de salud mental, a la pérdida del tiempo propio. No puede ser que las personas hoy hayamos normalizado que la vida es una vida sin tiempo y esto es algo que sí podían tener nuestros padres, incluso los padres que han tenido las vidas más duras. Yo pienso muchas veces en la dureza del trabajo de mis padres. Mi madre se ha

El conservadurisme de Michael Oakeshott.

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Según Michael Oakeshott, “ser conservador es preferir lo familiar a lo desconocido, lo que se ha probado a lo que no, el hecho al misterio, lo real a lo posible, lo limitado a lo infinito, lo cercano a lo distante, lo suficiente a lo superabundante, lo conveniente a lo perfecto, la risa presente a la felicidad utópica”. Defiende una postura escéptica, reticente ante los proyectos totalizadores y ante la idea de que la vida es la resolución de un problema tras otro: una concepción que él llamaba “racionalismo”, nacida a partir del siglo XVII en Europa, que asume que el conocimiento es técnico, y que no solo rige la política sino muchos otros aspectos de la sociedad. Para Oakeshott, hay conocimientos que son prácticos, se desarrollan de manera tradicional y no pueden aprenderse solamente en los libros. Daniel Gascón , Michael Oakeshott, el pensador escéptico que creía en la conversación , El País 31/08/2024

La necessitat de sortir i la utopia.

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Sin duda Miguel Abensour es uno de los grandes pensadores contemporáneos de la utopía. ¿Qué es la utopía para él? Un movimiento de salida, de evasión. No tanto los sueños de una sociedad perfecta como el impulso de sustracción, un deseo de alteridad social, de lo otro. Hoy nos asfixiamos (es el malestar) porque no se puede salir. Un aplastamiento por lo dado, por lo Mismo. “Salida del ser. Ni renovación ni creación. Lo que aprisiona, encierra, es el ser mismo. En la evasión no queremos más que salir. No se trata de ir a otro sitio, sino de salir”. Amador Fernández-Savater <iframe src="https://www.facebook.com/plugins/post.php?href=https%3A%2F%2Fwww.facebook.com%2Fpermalink.php%3Fstory_fbid%3Dpfbid0iwe9KMvKfUjSjBuzAx2uvTcAzhhWsp65qSa2rnvVxgqUtHc7qSW6oXwUqdVBkuwZl%26id%3D100009407174550&show_text=true&width=500" width="500" height="522" style="border:none;overflow:hidden" scrolling="no" frameborder="0" allowfullscreen