El coneixement no pot continuar sent el privilegi d'una minoria.




Por importante que sea este ejemplo, ni las fotos de agujeros negros, ni los teoremas matemáticos, ni los ensayos filosóficos sirven para comer. ¿Qué relevancia tiene para la organización económica de la sociedad pensar en las prácticas que tan bien nos han servido para producir conocimiento? Tal vez mucho más de lo que creemos. Sugiero tres razones para esto.

Primero, una proporción cada vez mayor de nuestra vida cotidiana depende de bienes intangibles. Como sociedad tenemos más tiempo libre que en épocas anteriores, muy mal repartido, por cierto, lo cual ha llevado a niveles inéditos nuestro consumo de “bienes culturales.” Pero la lógica del mercado ha avasallado a tal punto las condiciones de producción de estos bienes que ya está en peligro la creatividad y pluralidad que supuestamente son su razón de ser. Nuestros datos son ahora recursos que se transan en el mercado generando riesgos sociales y éticos contra los que la rentabilidad corporativa no nos puede defender. Los medios de comunicación juegan un papel cada vez más importante en nuestras vidas pero al mismo tiempo están cada vez más sometidos a los intereses económicos lo cual erosiona la base misma de credibilidad e integridad que necesitan para existir. En todas estas actividades hay espacio para introducir las prácticas democráticas e igualitarias que imperan en la producción de conocimiento ya que, en buena medida, son conocimiento. 

Segundo, la distinción misma entre conocimiento y bienes materiales es obsoleta. Nuestra existencia material cada vez necesita más conocimiento. Nuestras decisiones de consumo más triviales tienen hoy en día un impacto global, afectando la vida de personas a miles de kilómetros de distancia y de generaciones futuras. Es cada vez más problemático creer que la información necesaria para decidir qué producir, cuándo y dónde es la que se transmite a través de nuestras demandas y ofertas individuales. Esas decisiones necesitan cada vez más una vasta combinación de saberes y una enorme pluralidad de voces, similares a las que existen en la comunidad científica. Por supuesto, comprar un pan no tiene por qué ser una labor tan compleja como presentar un seminario académico. No es necesario que todas y cada una de las panaderías de esquina funcione con los principios de deliberación e intercambio de un laboratorio científico. Pero sí se puede pensar en que la sociedad en general, y las comunidades afectadas en particular, deben poder incidir, mediante prácticas democráticas, en las decisiones de asignación de recursos escasos.

Por último, en una época en la que ya es técnicamente factible garantizar la subsistencia material de todos los seres humanos, especialmente en los países ricos, tal vez ya llegó la hora de comenzar a priorizar otros aspectos. En lugar de estar vinculando cada vez más la producción de conocimiento a los imperativos del mercado como hemos venido haciendo durante décadas, con efectos desastrosos sobre los sistemas públicos de educación, tal vez deberíamos estar pensando en cómo hacer para que el mayor número posible de personas pueda acceder a la producción y transmisión de conocimiento sin estar pensando en la rentabilidad monetaria de dicho acceso.

Hemos optado por denominar a nuestra especie “homo sapiens” precisamente porque el saber es la dimensión más excelsa de la vida humana. Durante seis mil años, solo una pequeña minoría ha podido dedicarse a cultivar esa dimensión, creando y preservando una de las comunidades más libres, igualitarias y exitosas que hayamos conocido: la comunidad científica que se extiende a lo largo de siglos y continentes. La excusa para mantener ese privilegio confinado a unos pocos era que las necesidades materiales debían tener prioridad. Pero esa excusa suena cada vez más hueca. Tal vez llegó la hora de que orientemos nuestras instituciones económicas y políticas al ideal socrático según el cual una vida no examinada no merece ser vivida.

Luis Fernando Medina SierraEl uso del conocimiento en la sociedad: materiales para una utopía, ctxt 12/06/2019

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