L'art i l'atzar.



Uno tiende a pensar que las artes evolucionan orgánicamente, por impulsos de estilo interiores a ellas, por poderosas necesidades expresivas. La realidad es mucho más azarosa, pero no menos aleccionadora. La primera vez que Gerry Mulligan prescindió en su grupo del piano no fue por una decisión estética, sino porque el escenario del club donde iba a tocar era tan pequeño que no cabía un piano. Entre el estilo de tocar la trompeta de Louis Armstrong y el de Miles Davis hay diferencias marcadas por el carácter personal y por el paso del tiempo, pero también por el perfeccionamiento en la sensibilidad de los micrófonos, que en los años cincuenta ya no requerían las proezas pulmonares de treinta años atrás. Tardaremos algún tiempo en saber de qué modo las tecnologías de ahora están afectando a la inspiración de los músicos, en qué medida nos modifican a los aficionados el oído. Por influencia de la gente joven que tengo cerca, yo interrumpo las sesiones en Spotify para poner de vez en cuando un vinilo. Se nos había olvidado lo bien que suenan, la alegría que sus portadas le dan a una habitación.

Antonio Muñoz Molina, Poética de la tecnología, Babelia. El País, 01/03/2014

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