Jean-Luc Nancy i la identitat dels cossos.
Nancy, que fue muy amante de las paradojas, no deseaba romper con la identidad personal, sino con una comprensión compacta de la misma. En realidad, la reserva frente a lo compacto es su método de producción de pensamientos. Más que idéntico, lo que sería trivial, el ser humano es singular/plural. No puede dejar de ser uno y lo otro. Lejos de la radicalidad de Deleuze, Nancy juzga que el cuerpo siempre está en relación con otros cuerpos, y nunca es indivisible; pero en lugar de disolverse en la relación infinita con otros, mantiene una permanencia que permite la reunión de esos opuestos de ser uno y muchos. La relación de los cuerpos siempre está abierta, pero a la vez siempre está cerrada desde la ley de no ser rozado, la impresión de sacralidad que produce tocar otro cuerpos. No es que el ser humano sea como dice la fábula del erizo. Es que la relación es apertura y al mismo tiempo miedo al tacto, como decía Canetti. En ningún aspecto se verifica mejor esta situación que en la sexual...