Odiar és un delicte?
Esta y no otra parece ser la beata inspiración de nuestro actual sistema político y jurídico, en el que manifestar odio hacia algún colectivo o persona identificados por su raza, sexo, ideología o etnia puede enviar directamente a la cárcel al odioso odiante (previamente etiquetado como fobo-esto o ultra-aquello). Y, desde luego, puede limitar su derecho a la libre expresión de ideas, pues está prohibido y castigado emitir cualquier tipo de opinión pública que un ayuntamiento, un gobierno, un juez o cualquier otro tipo de autoridad con vara en plaza pueda considerar, en su libérrima interpretación, que incita al odio o al menosprecio de un colectivo cualquiera. El caso del autobús y su mensaje contrario a la transexualidad es un ejemplo, pero se le pueden añadir titiriteros y humoristas de toda laya, que han osado reírse de víctimas de cualquier género. ¿Tiene el error el mismo derecho que la verdad? ¿Es que la mentira o la creencia retrograda y reaccionaria va a tener el mi...