Pintar el melig d'Adam.
E En el territorio fronterizo donde se encuentran las tres grandes formas de conocimiento (ciencia, arte y revelación) florecen jugosas contradicciones. Basta pronunciar las palabras el ombligo de Adán para caer en la cuenta de una de ellas. Dios dicta la escena en el Génesis (revelación), Miguel Ángel la pinta en el techo de la Capilla Sixtina (arte) y así aparece Adán luciendo su ombligo, una cicatriz inevitable en todo humano nacido de madre (ciencia). El encargo es directo de Julio II a Miguel Ángel y quizá el artista llegara a murmurar una consulta al Papa sobre tan incómodo detalle: ¿lo pinto o no lo pinto? Y lo pintó. Pero la revelación divina no es compatible con su decisión de glorificar la belleza del cuerpo humano. Estamos en pleno Renacimiento, tiempos de sabios interdisciplinarios como Leonardo da Vinci, que fue pintor, escultor, científico, músico, arquitecto, ingeniero, filósofo, inventor, matemático… ¿Hubiera pintado Leonardo el ombligo? Pues ...