Castoriadis: Plató contra la democràcia.

Protàgores



Contra la democracia: No hablaré de Popper, que creó una especie de antiprejuicio: no se puede calificar a Platón de totalitario ni erigirlo en el padre del totalitarismo. Empero, debido a su odio a la democracia y a lo que trasluce en él como un deseo constante de fijar las cosas de la ciudad, detener la evolución histórica, detener la autoconstitución, suprimirla, debido a ello Platón, en cierta manera, se convierte desde luego en el inspirador y el arsenal de todo lo que representará esta actitud en la historia. En lenguaje tonto: de todo lo que será reaccionario, partidario del orden establecido, de todo lo que se opondrá al movimiento democrático. Esto lo encontraremos tanto en los romanos como en los primeros cristianos, durante la Edad Media y los tiempos modernos. No quiero y no puedo –sería un trabajo inmenso- historiar realmente ese aspecto. L1 (27)
 … la democracia es a la vez el “menos bueno” y el “menos peor” de los regímenes (300d-303b) 

Extranjero- Ahora bien, encadenada por estos sabios reglamentos, que llamamos leyes, la monarquía es el mejor de los seis gobiernos; sin leyes, es el más duro y el más insoportable.
Y en cuanto al de la multitud, todo es en él débil, y no es capaz de ningún gran bien ni de ningún gran mal comparativamente á los otros; porque el poder está dividido en mil partes entre mil individuos. Y por esta razón es el peor de estos gobiernos, cuando los otros obedecen a las leyes; y el mejor cuando las violan. Cuando los otros se entregan a la licencia, entonces es mejor vivir bajo la democracia; pero si impera el orden, no es en éste donde debe vivirse mejor, sino en el primero que hemos nombrado, exceptuando siempre el séptimo, porque este se distingue de los otros gobiernos como un dios de los hombres. 

Extranjero- Cuando cada magistrado haya terminado su mandato de un año, entonces, habrá que convocar un tribunal de jueces  (dikastaí) elegidos a suertes, ya sea entre los ricos, ya de una lista elaborada de antemano, ya directamente entre todo el pueblo, llevar ante ellos a los jefes salientes para que rindan cuentas y a quienquiera que desee acusarlos de no haber, durante ese año, timoneado los navíos de acuerdo con la letra escrita o las viejas costumbres de los ancestros. Otro  tanto se hará con quienes curan a los enfermos y, en el caso de los condenados, los mismos jueces fijarán el castigo a sufrir o la multa a pagar. 298e-299a

… un largo pasaje (298a-300a) en la que Platón caricaturiza de manera grotesca la democracia ateniense, asimilándola a un régimen que decidiera en cualquier ámbito científico técnico específico según los procedimientos reservados al debate político. ¡Cómo si los atenienses hubieran soñado alguna vez con decidir por mayoría en lo que se refería a los diagnósticos médicos, el pilotaje de los barcos, la manera de librar una batalla o la verticalidad de las columnas del Partenón! Jamás tomaron una decisión semejante. Fidias e Ictino hicieron el Partenón y eso fue todo. No se discutió, y Platón lo sabe muy bien: ésa es toda la discusión del Protágoras. Y es el argumento del mismo Protágoras, el gran sofista, que distingue justamente entre los asuntos de interés general y los saberes técnicos, las téchnai, para las cuales existe una competencia. (…)
En cambio, si se trata de asuntos políticos generales, cualquiera hablará y todo el mundo lo escuchará porque en ese caso no hay ninguna téchne particular, específica. Protágoras lo dice en ese maravilloso mito según el cual Zeus repartió la téchne politiké a todo el mundo por igual. L6 (160)

La presenta como si se tratara de un régimen que decide arbitrariamente lo que es bueno o malo en medicina, que designa por sorteo a los individuos que deben fijar las recetas y a continuación les pide que rindan cuentas … Argumentación absolutamente inadmisible y deshonesta porque en Atenas, precisamente, la ciudad no decide en los problemas, las cuestiones, los temas sobre los que existe un saber técnico. La ciudad establece leyes en general o decide actos de gobierno, pero no hay leyes que conciernan al gobierno como actividad. Todo el paralelo que establece Platón con el pilotaje de una nave o con la actividad de un médico apunta a argumentar que el dêmos ateniense, en su necedad, ha decidido lo que debe hacer el piloto de un barco y lo ha obligado a atenerse a sus prescripciones al respecto. Ahora bien, nada de esto sucede en Atenas, no hay prescripciones en lo que toca al gobierno como actividad. La actividad del dêmos concierne a aspectos que no son en absoluto técnicos. L7 (183-184)

 Cornelius CastoriadisSobre el "Político" de Platón, Editorial Trotta, Madrid 2004

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