De l'acció.

… la acción es algo rigurosamente irrepetible, imprevisible y fugaz, que sólo se da una vez. Tanto es así que es dudoso que llegásemos a tener noción de lo que quiere decir “una vez” si no fuera porque la acción realiza y cumple perfectamente ese significado hasta el punto de que la una –la vez- no parece fácilmente disociable de la otra –la acción-. La vez es aquel donde y aquel cuando en los cuales se cumple la acción, la acción es aquello que se realiza solamente en esa vez, en ese cuando y en ese donde. Si transitamos del saber teórico al práctico, a nadie le resultará en principio sorprendente el que la cosa misma de la cual se trata –o sea, la acción- sea susceptible de ser experimentada a la luz de modelos o reglas, tanto más cuanto estos modelos se atribuyen, en Platón como en Aristóteles, al ámbito de algo llamado “el bien” o “la virtud”. Es lo cierto que la noción de “modelo” puede suscitar en nosotros, especialmente si va aparejada al vocabulario platónico que asigna privilegiadamente a “la memoria” la facultad de dibujar estos modelos, la sugerencia de que se trata de algo así como “acciones ejemplares” realizadas por los antepasados y conservadas en el recuerdo, y por tanto la suposición de que los cánones mismos serían el resultado de la conducta particularmente memorable de tal o cual individuo singular. Pero a poco que se reflexione sobre ello se llegará a la conclusión de que no puede ser así, es decir, de que si esas acciones de nuestros antepasados nos parecen especialmente memorables o virtuosas es porque percibimos en ellas ajustarse al canon inmanente de perfección que las define y que, por tanto, lógicamente ha de precederlas. (págs. 105-106)

En esos cánones ha de consistir el “saber superior” que Platón atribuye al usuario frente al productor (las “reglas inmanentes” del arte de tocar la flauta por las cuales reconocemos a un buen flautista y lo distinguimos de un principiante o de un inepto). La “acción ejemplar” será, como mucho, aquella en la que vemos cumplirse el modelo que define la perfección o el bien, pero en ningún caso puede confundirse tal acción con el modelo, completamente impersonal y anónimo, que ella realiza. (…) La regla de la acción recta sólo existe en la acción misma, como regla viva y vigente, del mismo modo que la regla del bien tocar la flauta sólo existe cuando alguien la toca bien y en el acto de tocarla. Esto significa que la regla de la acción –el eidôs, la idea, la “esencia”- no puede descubrirse mediante un ejercicio de penetración teórica o de deducción lógica sino solamente de acción. En verdad, muchas acciones pueden ser fallidas o fracasadas (…), como el flautista puede fallar alguna nota o desarrollar una interpretación mediocre. Pero si los fallos o fracasos son experimentados como tales (…), entonces podrá suceder que, al escuchar al flautista, no estemos escuchando solamente una bella melodía, sino la regla (que de suyo es inaudible) del bien tocar melodías y del bien tocar esa melodía. (págs.. 106-107)

En consecuencia, y precisamente porque cada acción es un acontecimiento irrepetible, porque se da una vez única e individual, las acciones van ocupando las veces en el irreversible curso del tiempo unas después de otras. La acción, por ser lo que en rigor no puede repetirse, compensa de algún modo su fragilidad con su capacidad para ser intentada de nuevo otra vez, o sea con el hecho de ser algo que sólo puede darse a veces y de vez en vez (una después de otra).  (pág. 108)


La acción siempre es pasado, siempre ha pasado ya o, como mucho, está pasando –es decir, se está convirtiendo en pasado-, se está consumiendo el mismo tiempo que se consume el turno (la “vez”) en la cual se desarrolla. (…) esa impotencia de los mortales para acabar la acción “de una vez por todas” o “de una vez para siempre” es lo que motiva, según Aristóteles, que al menos para nosotros la virtud no pueda ser más que un hábito, es decir, una disposición a intentar actuar bien una vez tras otra. (págs.. 108-109)

José Luis Pardo, Eso no es música, Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores, Barna 2007

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