S'ha declarat la guerra cognitiva.








El mundo se ha ido llenando de engañadores que pasan por verificadores, de psicópatas que pasan por filántropos y de todo tipo de cínicos que pasan por honestos. El mundo se ha vuelto tan falso, frívolo y frenético que no podrá mantener por mucho tiempo su despliegue de hechizos y se hundirá, como todas las cosas huérfanas de arraigo y de sentido.

El hogar anímico que nos acogía ahora se tambalea. La forma de colapso que más inmediatamente nos amenaza es también la más íntima: el colapso de lo que nos hace humanos, el colapso de nuestra capacidad de entender, el colapso cognitivo. La batalla por el futuro es, en gran medida, una batalla cognitiva, entre tormentas de propaganda y tentaciones digitales. En esta batalla cognitiva, como Assange y Snowden mostraron hace ya más de una década, también mienten los gobiernos. Miente, en general, el poder: manipula la percepción y la opinión de las personas, en beneficio de lo que interesa al poder y no a las personas.

Los grandes poderes del mundo dedican cada vez más recursos a la llamada guerra cognitiva.

Para conseguir que las personas hagan y piensen lo que el poder quiere, y crean que lo han decidido libremente, hay herramientas como el control mental (aplicado en un proyecto ilegal de la CIA que, hasta 1970, estuvo experimentando con ciudadanos sin su consentimiento: el infame MK-Ultra) y lo que ahora se conoce como gestión de las percepciones (perception management).Se trata de “despertar de la ficción”, de darnos cuenta de que hay toda una maquinaria que genera hechizos a través de los datos, las imágenes, las informaciones y las ideas. Una maquinaria diseñada para confundir, para alterar el sentido de la realidad y para hacer que las personas acepten con convicción, o incluso con entusiasmo, lo que interesa a los grandes poderes.

En 2004, en un artículo en The New York Times, el periodista Ron Suskind recogió unas declaraciones de un asesor de alto nivel de George W. Bush que reconocía que, en el siglo XXI, el poder consiste en manipular la percepción de la realidad. De lo que se trata es de imponer ficciones y alterarlas según convenga:


Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, producimos nuestra propia realidad. Y mientras vosotros estéis estudiando esa realidad (de manera tan sensata como queráis), nosotros actuaremos otra vez, produciendo otras nuevas realidades, que también podréis estudiar. Y así es como irán las cosas.

Crear la realidad según se le antoje, si lo hace un individuo, lleva al delirio.

¿Adónde lleva si lo hace todo un país o una poderosa organización global?“Nunca se había mentido tanto como hoy”, afirmó el filósofo e historiador de la ciencia Alexandre Koyré en 1943, cuando la propaganda empezaba a hacerse omnipresente, más de medio siglo antes de que se empezara a hablar de posverdad:


Nunca se había mentido tanto como hoy. Ni mentido de una manera tan descarada, sistemática y constante. [...] La palabra, el texto, el periódico, la radio..., todo el progreso técnico se aplica al servicio de la mentira.

En aquellos mismos años, George Orwell intuyó que un día el poder querría imponer que “2 + 2 = 5” y habría que creerlo sin rechistar.

Jordi Pigem, El mundo está bajo un hechizo, Browstone España 09/03/2025

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Percepció i selecció natural 2.

Gonçal, un cafè sisplau

Contra el disseny intel.ligent