"Difícilment el nihilisme pot justificar una conducta martirològica." (Juan Aranzadi)






El nihilismo difícilmente puede justificar una conducta martirológica o heroica, porque es la ausencia de sentido y de motivación. Decidirse a matar a alguien es una acción a la que hay que darle un sentido.

Una cierta legitimación de la violencia la ofrece también Camus en Los justos y El hombre rebelde, en donde el terrorista se ofrece como testigo de la justeza de la causa por la cual arriesga la vida en el acto terrorista. El Che se convence de que los males ante los que reacciona tienen un origen social, que es la opresión de una clase sobre otra, y nunca podrá obtenerse la libertad si no se le contrapone al estado vigente otro aparato de violencia. Ahí hay una instrumentalización, una violencia ejercida racionalmente como un medio eficaz de alcanzar un bien. Hay una voluntad filantrópica bajo el ejercicio de la violencia, incluso cuando se formula que es algo que uno ha concebido como necesario en contra de sus instintos, es decir, que uno nunca hubiese querido recurrir a la violencia. Lo formula Maurice Thorez: “no se puede amar al proletariado sin odiar a la burguesía”. En el caso de ciertas formulaciones de marxismo se considera una necesidad histórica: se decía que la salvación de la URSS y la limpieza de los males de la burguesía implicarían un saldo de diez millones de víctimas. El Che llega a escribir en los diarios del Congo una cosa espeluznante, como que el hombre nuevo debe convertirse en una fría máquina de matar.En la gente que yo he conocido que ha legitimado y practicado la violencia ninguno de ellos era cercano al nihilismo. Era gente que formularía su voluntad de violencia bajo la forma de dar la vida por el proletariado o por el pueblo vasco. Porque el etarra no dice “voy a matar por el pueblo vasco”, sino “voy a dar mi vida por el pueblo vasco, como Cristo”. Hay una presunción de virtud y una exaltación de la muerte como instrumento de redención, algo a lo que acostumbra la estética cristiana. En ese sentido, nada de nihilismo: filantropía. Si en el País Vasco no hubiéramos sido tantos curas y cristianos deseosos de redimir a la gente y de hacer el bien, ETA no hubiera durado tanto tiempo. Ha habido un exceso de virtud. Se habla de pérdida de valores, pero no es así. Es al revés: valorar algo tanto por encima incluso de la vida ajena y de la vida propia. Nadie está tan dispuesto a matar como el que está dispuesto a morir por una idea. 

Bernardo Alvarez-Villar, entrevista a Juan Aranzadi: "La maldad del enemigo no es garantía de tu bondad. La cultura liberal occidental está en decadencia irremediable", Fronterad 06/03/2025



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