El pas del mite al logos (nova versió) I
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Theorein surge del theoros, el enviado que acudía a juegos y rituales para observar y luego informar, y ese origen filológico señala que ver ya no implica participar, sino tomar distancia. A partir de esa figura aparece una mirada que contempla desde fuera, registra sin verse concernida y convierte esa separación en una herramienta para ordenar lo que ocurre. De ahí nace la idea de «teoría»: una forma de ver que organiza, compara y entiende en lugar de confundirse con la acción.
¿Por qué la humanidad pasó de la inmersión mítica a la abstracción lógica en un lapso histórico tan breve?
No fue una casualidad genética, sino una tormenta perfecta tecnológica y social que tuvo su epicentro en Mileto. Allí, la mente humana fue reprogramada por tres herramientas revolucionarias: el alfabeto, la moneda y la polis.
El alfabeto griego, al introducir las vocales, creó el primer sistema de escritura capaz de capturar el habla con total fidelidad. Pero hizo algo más: congeló la palabra. En la cultura oral de Homero, el pensamiento era un evento sonoro, efímero y emocional; para recordar algo, había que cantarlo, sentirlo, repetirlo rítmicamente. La escritura convirtió el pensamiento en un objeto fijo en un papiro. Permitió que el pensador escribiera una frase, se detuviera, la examinara y dijera: «No, esto es falso». La escritura separó al conocedor de lo conocido, propiciando el nacimiento de la crítica y la lógica.
Simultáneamente, en los bolsillos de los mercaderes de Jonia apareció la moneda acuñada. Antes, la riqueza era concreta: vacas, trigo, ánforas. La moneda trajo aparejada una abstracción radical: un pequeño disco de metal que «vale» por cualquier cosa, pero que no «es» ninguna de ellas. Esto entrenó al cerebro griego para buscar un valor universal invisible detrás de la multiplicidad de las cosas visibles. No es casualidad que, justo entonces, Tales de Mileto se preguntara cuál era la sustancia primordial (arché) de la naturaleza. Su mente, adiestrada por la economía monetaria, buscaba la moneda cósmica, el elemento único que subyace a la realidad.
Finalmente, la estructura política de la polis y el ágora sacó la verdad de los templos y palacios para colocarla en la plaza pública. Ya no bastaba con la autoridad de un dios o un rey: había que persuadir a los iguales mediante el lógos.
El efecto combinado de la escritura, la moneda y la democracia fue algo más que un cambio institucional. Transformó la arquitectura misma de la experiencia mental. El psicólogo Julian Jaynes ha propuesto, en The Origin of Consciousness in the Breakdown of the Bicameral Mind, que en épocas arcaicas la mente humana habría funcionado de forma «bicameral»: una parte del cerebro generaría impulsos y órdenes que la otra experimentaría como voces externas.
No se trata de un hecho aceptado por la neurociencia, sino de una teoría especulativa que hoy se lee más como modelo interpretativo que como descripción literal del cerebro antiguo. En este marco interpretativo, estas eran auténticas alucinaciones auditivas que se experimentaban como mensajes de dioses, héroes o antepasados. Esa estructura resultaba útil en sociedades muy jerárquicas y ritualizadas, donde la acción no dependía de deliberaciones internas, sino de obedecer lo que se percibía como mandato sagrado.
No sabemos si las personas de las culturas arcaicas han escuchado literalmente voces en su cabeza. La hipótesis de Jaynes sostiene que sí, pero las pruebas son indirectas y discutidas. Lo que sí parece plausible es que hayan experimentado algo funcionalmente parecido: impulsos, intuiciones o “mensajes interiores” que se han interpretado como mandatos de dioses, héroes o antepasados, en lugar de como pensamientos propios.
Desde esta perspectiva, la escritura, la abstracción económica y la deliberación política favorecieron otro estilo mental. La mente comenzó a interiorizar reglas, comparar alternativas y sostener diálogos internos sin necesidad de un «orador divino». Las voces se apagaron porque ya no eran necesarias. El individuo aprendió a hablar consigo mismo y a reconocer que el origen de sus pensamientos estaba dentro, no fuera.
Es en este silencio de los dioses donde nace la filosofía. Cuando Tales mira el agua, ya no ve a Poseidón airado. Ve agua. Ve un elemento físico sujeto a leyes. Ha nacido la Naturaleza (Physis) como un objeto de estudio, despojada de voluntad divina.
Sergio Parra, Todo lo que la razón nos dio pero todo lo que nos quitó, sergioparra.substac.com 30/11(2025

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