Viure enmig d'interrogants.
Uno dice a otro: «miento». Y enuncia lo imposible. Así nació la filosofía en Grecia. O así narraban los atenienses que nació: en la enunciación de aquello que, al ser dicho, se aniquila. Miento. Sólo se piensa en interrogaciones. Y no hay interrogación, si no hay mentira. La mentira sostiene el pensar. Y la filosofía no es, como soñará todo idealismo, disciplina de la verdad, sino meditación en la paradoja constituyente del mentir: lengua de la inmanencia.
Gabriel Albiac, estudio preliminar ¿Hay derecho a mentir?, Tecnos, Madrid 2012
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