Contra la política representativa.




La gente a veces tiene opiniones un tanto contradictorias. En el último barómetro de 40dB. sobre democracia publicado en este mismo periódico hay un dato especialmente llamativo. Se observa un apoyo equivalente a dos posiciones que en principio parecen incompatibles. Por un lado, un 63% de los entrevistados está bastante o muy de acuerdo con el siguiente enunciado: “Las decisiones políticas relevantes las deberían tomar los ciudadanos de forma directa, mediante referéndums”. Hay, pues, un apoyo amplio a un autogobierno sin mediación de los representantes. La gente quiere una conexión más estrecha entre las preferencias populares y las políticas públicas. Es una especie de radicalismo democrático.

Por otro lado, un porcentaje muy parecido, ligeramente superior, del 66%, da su apoyo a este otro enunciado: “Lo ideal sería que nos gobernara un grupo de expertos con los conocimientos necesarios para tomar las decisiones más beneficiosas para la sociedad”. El gobierno de los expertos (o tecnocracia) no puede ser más diferente de la democracia directa.

Las dos cosas a la vez no pueden ser, la democracia directa y la tecnocracia no se avienen, aunque, dados esos porcentajes tan elevados, un buen número de personas está de acuerdo con ambas. Esta aparente incoherencia es resultado de una desconfianza profunda hacia la política representativa: lo que tienen ambas posturas en común es su rechazo a las formas tradicionales de la intermediación política, es decir, hacia el mecanismo representativo encarnado en los partidos. La gente en España está tan harta de los partidos políticos que cualquier alternativa les parece preferible, ya sean referéndums o gobiernos de expertos.

Ignacio Sánchez Cuenca, El pecado original de la política, El País 17/09/2024

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Percepció i selecció natural 2.

Gonçal, un cafè sisplau

Darwin i el seu descobriment de la teoria de l'evolució.