Llibertat i societat.



... la libertad que prima para el liberalismo económico y político en el que se arropan las derechas se refiere exclusivamente a la mayor “libertad” que pueden disfrutar unas personas que, con capacidad económica suficiente, puedan acceder, entre otros, a mejores servicios sanitarios o educativos que el resto. Publicitan el derecho a una “libertad” cuyo sentido último es dinamizar las desigualdades, las jerarquías sociales. Los tozudos hechos indicarían que más bien las políticas realizadas por la derecha política siempre han tenido una concepción de “i-libertad” hacia las mayorías sociales. 

La Real Academia de la Lengua Española señala dos acepciones a la palabra libertad: la primera nos remite a esa “facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad”; y la segunda a ese “estado o condición de la persona que es libre, que no está en la cárcel ni sometida a la voluntad de otro, ni está constreñida por una obligación, deber, disciplina, etc”. En ambos casos, como vemos, el concepto libertad se auto-limita, quedando restringido tanto por el hecho de que ser libres conlleva la responsabilidad en los actos que cada uno de nosotros tiene dentro de una sociedad, como por el hecho de que las mayores cotas de libertad se consiguen cuando se rompen, aunque sea parcialmente, las cadenas de sometimiento que padece por distintos motivos distintos colectivos sociales.  Y no hay que olvidar que es una evidencia que actuar de forma totalmente libre es, sencillamente, una entelequia: la libertad absoluta no existe.

El propio Rawls, al hablar del concepto de justicia social, destacaba como elemento esencial de esta, la capacidad para alcanzar el máximo de libertad compatible también con los demás. La libertad se convierte en pilar básico de la justicia social y de la dignidad de las personas. Y no olvidemos que no existe razón ética alguna para que todos los seres humanos que habitamos este planeta no podamos gozar del mismo margen de libertad. El individuo y su libertad no preexisten, a pesar de la máxima (neo) liberal, a la sociedad, sino que existen gracias a ella. 

La venerada libertad por lo tanto requiere, como hemos visto en la definición, la eliminación de la autoridad despótica. A nadie se le escapa que, por ejemplo, un trabajador o trabajadora pasa gran parte de su vida dentro de una organización, la empresa, donde la capacidad de acción está tremendamente restringida; o que los ciudadanos y ciudadanas están bajo un estrecho cerco de normas punitivas y normas morales que limitan su capacidad de acción, y cuya génesis, siempre conflictiva, viene determinada por el reparto desigual del poder que tiene lugar en cada realidad social. Como señala el filósofo José Luis Ramírez, más que difusa, la palabra libertad es ante todo ideológica, en el sentido de concepto cambiante; y nos remite a un estado de situación idealizado que, por el contrario, solo puede tomar formar en cada contexto social, en el que se determinan las jerarquías y, por lo tanto, las libertades de las que podemos disfrutar de facto. 

Por ello es insoslayable al hablar de libertad, referirse a las relaciones de poder que transitan en todos los procesos sociales y que, al fin y al cabo, determinan la mayor o menor autonomía que se permite en cada uno de los sistemas sociales que, como señala Mario Bunge, componen el cuerpo social. Toda realidad social se cose con el hilo del poder y las puntadas del conflicto; y estos determinan los distintos grados de libertad de los que gozamos en cada espacio social en los que toma forma nuestra existencia. La libertad por lo tanto se asocia a un proceso de lucha constante para que todas las personas, sea cual sea su identidad de género, de clase social o étnica, tengan derecho a esa capacidad de elección responsable socialmente. Luchar por la libertad es, contrariamente a lo que señala la derecha política, sinónimo de lucha contra las distintas formas de represión y servidumbre.

Que yo recuerde nunca ha habido un movimiento de liberación colectiva impulsado por la ideología conservadora. Nunca. Es más, una parte importante de la derecha política española sigue dulcificando todavía el franquismo o respaldando los movimientos de ultraderecha que emergen en la actualidad. La razón de esta posición contra la libertad es bastante sencilla: sus acciones políticas han tenido (y tienen) como objetivo esencial mantener el statu quo existente y, con ello, los desequilibrios de poder (y de libertad) que lo caracterizan. 

Hoy se impone, desde el poder político, económico y mediático, pero también por desgracia por parte de una izquierda más pragmática, más posibilista, la idea de libertad negativa, frente a la libertad positiva, en términos de Isaiah Berlin. La libertad que fija su objetivo en quitar las trabas a la acción individual, aunque suponga un perjuicio social claro, frente a aquella que centra sus esfuerzos en fortalecer las condiciones que en último extremo permiten al individuo poder vivir su vida, junto a la de los demás, en libertad. 

 Vicente López, Dime qué libertad defiendes y te diré quién eres, ctxt 03/04/2023


Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Percepció i selecció natural 2.

Gonçal, un cafè sisplau

La ciència del mal (Simon Baron-Cohen).