Els fets i els marcs de referència (George Lakoff).
Los mitos progresistas datan de la Ilustración, y el primero de ellos dice así:
La verdad nos hará libres. Si nosotros le contamos a la gente los hechos, como la gente es básicamente racional, todos sacarán las conclusiones acertadas.
Pero
gracias a la ciencia cognitiva sabemos que la gente no piensa de esa manera. La
gente piensa mediante marcos. Los marcos del padre estricto y los de los padres
protectores fuerzan, cada uno por su parte, una cierta lógica. La verdad, para
ser aceptada, tiene que encajar en los marcos de la gente. Si los hechos no encajan
en un determinado marco, el marco se mantiene y los hechos rebotan.
La
neurociencia nos dice que cada uno de nuestros conceptos —los conceptos que
estructuran nuestro modo de pensar a largo plazo— están incrustados en las
sinapsis de nuestro cerebro. Los conceptos no son cosas que pueden cambiarse
simplemente porque alguien nos cuente un hecho. Los hechos se nos pueden
mostrar, pero, para que nosotros podamos darles sentido, tienen que encajar con
lo que está ya en las sinapsis del cerebro. De lo contrario, los hechos entran
y salen inmediatamente. No se los oye, o no se los acepta como hechos, o nos
confunden. ¿Por qué habrán dicho eso? Entonces calificamos el hecho de
irracional, de enloquecido o de estúpido. Eso es precisamente lo que ocurre
cuando los progresistas «confrontan a los conservadores con los hechos». Tiene
escaso o nulo efecto, a menos que los conservadores tengan un marco que dé
sentido a los hechos.
Igualmente,
muchos progresistas oyen hablar a los conservadores y no los entienden porque
no tienen los mismos marcos que ellos. Piensan que los conservadores son
tontos.
Y no
son tontos. Ganan porque son astutos. Entienden cómo piensa y cómo habla la
gente. ¡Piensan! Para eso tienen a los think tanks. Apoyan a sus
intelectuales. Escriben todos esos libros. Exponen sus ideas en público.
Ciertamente
hay casos en los que los conservadores han mentido. Sin duda. Desde luego, no
es verdad que mientan sólo los conservadores. Pero es cierto que la
Administración Bush ha dicho mentiras importantes, y mentiras a diario.
Sin
embargo, es igualmente importante reconocer que muchas de las ideas que
escandalizan a los progresistas son las que los conservadores, desde su punto
de vista, consideran verdades. Debemos distinguir entre casos de total
distorsión, de mentiras, etc., de aquellos otros casos en los que los
conservadores dicen lo que creen que es verdad.
¿Es
útil ir a decirle a todo el mundo cuáles son esas mentiras? Para nosotros, no
es ni inútil ni perjudicial saber cuándo mienten. Pero recuerda también que la
verdad por sí sola no te hará libre. Decir que «el presidente mintió cuando
empezó esta guerra» es decir una verdad, pero a mucha gente le resbala. Hay
muchas personas en el país que siguen creyendo que Sadam Hussein estaba detrás
del 11-S. Hay gente que lo cree porque encaja con su modo de entender el mundo.
Encaja con su visión del mundo. Y siendo así, es normal que se lo crean. Siguen
creyendo que Sadam Hussein y Al-Queda son lo mismo, y que al hacer la guerra en
Irak protegemos a ese país del terrorismo. Lo creen a pesar del informe de la
Comisión del 11-S. No es que sean tontos. Tienen un marco y sólo aceptan los
hechos que encajan en ese marco.
Uno
de los descubrimientos fundamentales de la ciencia cognitiva es aquel según el
cual la gente piensa en términos de marcos y de metáforas — estructuras
conceptuales como las que se han descrito. Los marcos están en las sinapsis de
nuestro cerebro, presentes físicamente bajo la forma de circuitos neuronales.
Cuando los hechos no encajan en los marcos, los marcos se mantienen y los
hechos se ignoran.
Hay
muchos progresistas que creen en una especie de sabiduría popular según la cual
«los hechos te harán libre». Bastará con que se puedan presentar todos los
hechos ante la mirada pública para que toda persona racional saque la
conclusión correcta. Se trata de una esperanza totalmente vana. El cerebro
humano sencillamente no funciona así. El enmarcado cuenta. Los marcos, una vez
que se atrincheran, es difícil que se desvanezcan.
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