Política i isonomia (Hannah Arendt)
El Roto |
Lo político en este sentido
griego se centra en la libertad, comprendida negativamente como no ser dominado
y no dominar, y positivamente como un espacio sólo establecido por muchos, en
el que cada cual se mueva entre iguales. Sin los demás, que son mis iguales, no
hay libertad. Por eso quien domina sobre los demás y es, pues, por principio
distinto de ellos, puede que sea más feliz y digno de envidia que aquellos a
los que domina, pero no más libre. También él se mueve en un espacio en que no
hay libertad en absoluto. Para nosotros esto es difícil de comprender porque
con el de igualdad unimos el concepto de justicia y no el de libertad,
malentendiendo así, en nuestro sentido de igualdad ante la ley, la expresión griega
para una constitución libre, la isonomia. Pero isonomia no
significa que todos sean iguales ante la ley ni tampoco que la ley sea la misma
para todos, sino simplemente que todos tienen el mismo derecho a la actividad
política y esta actividad era en la polis preferentemente la de hablar los unos
con los otros. Isonomia es por lo tanto libertad de palabra y, como
tal, es lo mismo que iségoria; más tarde Polibio las llamará a
ambas simplemente isologia. Hablar en la forma de ordenar, y
escuchar en la forma de obedecer no tenían el valor de los verdaderos hablar y
escuchar; no eran libertad de palabra porque estaban vinculados a un proceso
determinado no por el hablar sino por el hacer [tun] o el
laborar. Las palabras en este sentido eran sólo el sustituto de un hacer que
presuponía la coacción y el ser coaccionado. Cuando los griegos decían que los
esclavos y los bárbaros eran aneu logou, que no poseían la palabra,
se referían a que se hallaban en una situación en que el habla libre era
imposible. En la misma situación se halla el déspota, que sólo sabe ordenar;
para poder hablar necesita de otros de igual condición. Por consiguiente, para
la libertad no es necesaria una democracia igualitaria en el sentido moderno sino
una esfera restringida, delimitada oligárquica o aristocráticamente, en la que
al menos unos pocos o los mejores se relacionen los unos con los otros como
iguales entre iguales. Naturalmente, esta igualdad no tiene nada que ver con la
justicia.
(El
sentit de la política, 150-184)
Hannah
Arendt, Introducción a la política, en La
promesa de la política, Paidós, Barna 2008
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