La política i la polis (Hannah Arendt).
La
política i la polis (una forma particular d’organizar la convivencia humana).
Aristóteles, para el que la
palabra politikon era un adjetivo para la organización de la
polis y no una caracterización arbitraria de la convivencia humana, no se
refería de ninguna manera a que todos los hombres fueran políticos o a que en
cualquier parte donde viviesen hombres hubiera política, o sea, polis. De su
definición quedaban excluidos no sólo los esclavos sino también los bárbaros de
reinos asiáticos regidos despóticamente, bárbaros de cuya humanidad no dudaba
en absoluto.
A lo que se refería era
simplemente a que es una particularidad del hombre que pueda vivir en una polis
y que la organización de ésta representa la suprema forma humana de convivencia
y es, por lo tanto, humana en un
sentido específico, igualmente alejado de lo divino, que puede mantenerse por
sí solo en plena libertad y autonomía, y de lo animal, en que la convivencia —si
se da— es una forma de vida marcada por la necesidad. La política, por lo tanto, en el sentido de Aristóteles —y Aristóteles como en muchos otros puntos de sus escritos políticos
no reproduce aquí tanto su propio parecer como la opinión compartida, si bien
mayoritariamente no articulada, por todos los griegos de la época—, no es en
absoluto una obviedad ni se encuentra dondequiera que los hombres convivan.
Según los griegos, sólo hubo política en Grecia, e incluso allí por un espacio de
tiempo relativamente corto.
Política,
polis i llibertat.
Lo que distinguía la convivencia
humana en la polis de otras formas de convivencia humana que los griegos
conocían muy bien era la libertad. Pero esto no significa que lo político o la política
se entendiera como un medio para posibilitar la libertad humana, una vida
libre. Ser libre y vivir en una polis eran en cierto sentido uno y lo mismo.
Pero sólo en cierto sentido; pues para poder vivir en una polis, el hombre ya
debía ser libre en otro aspecto: como esclavo, no podía estar sometido a la coacción
de ningún otro ni, como laborante, a la necesidad de ganarse el pan diario.
Para ser libre, el hombre debía ser liberado o liberarse él mismo, y este estar
libre de las obligaciones necesarias para vivir era el sentido propio del
griego scholé o a diferencia de la libertad, era un fin que podía
y debía conseguirse a través de determinados medios. El decisivo era el
esclavismo, la violencia con que se obligaba a que otros asumieran la penuria
de la vida diaria. A diferencia de toda forma de explotación capitalista, que
persigue primeramente fines económicos y sirve al enriquecimiento, los Antiguos
explotaban a los esclavos para liberar completamente a los señores de la labor [Arbeit],
de manera que éstos pudieran entregarse a la libertad de lo político. Esta
liberación se conseguía por medio de la coacción y la violencia, y se basaba en
la dominación absoluta que cada amo ejercía en su casa. Pero esta dominación no
era ella misma política, aun cuando representaba una condición indispensable
para todo lo político. Si se quiere entender lo político en el sentido de la
categoría medios-fines, entonces ello era, tanto en el sentido griego como en
el de Aristóteles, ante todo un fin y no un medio.
Y el fin no era la libertad tal como se hacía realidad en la polis, sino la
liberación prepolítica para la libertad en la polis. En ésta, el sentido de lo político,
pero no su fin, era que los hombres se relacionaran entre ellos en libertad,
más allá de la violencia, la coacción y el dominio, iguales con iguales, que
mandaran y obedecieran sólo en momentos necesarios —en la guerra— y, si no, que
regularan todos sus asuntos hablando y persuadiéndose entre sí.
(El
sentit de la política, 150-184)
Hannah
Arendt, Introducción a la política, en La
promesa de la política, Paidós, Barna 2008
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